PRIMER MODO DE ORAR
El primer modo de oración es reverenciar a Cristo con todo nuestro cuerpo, con todo nuestro ser. Para ello nos presentamos ante Jesús con el cuerpo erguido e inclinando la cabeza y mirándolo humildemente.
Reverenciamos a Dios cuando estamos frente al altar, porque el altar representa a Cristo, porque por Él y en Él se realiza el sacrificio redentor. En la mesa del altar Jesús anticipó su sacrificio.
También cuando pasamos delante del crucifijo, para que Cristo humillado hasta el extremos, nos vea humillado ante su majestad. Y de esta forma expresamos con nuestro cuerpo y actitud, que Jesucristo es el único Señor de nuestras vidas.
Esta reverencia y humildad en la oración se apoya en un fragmento del libro de Judit que dice: “Te ha agradado siempre la oración de los mansos y humildes”
(Jdt 9, 16)
SEGUNDO MODO DE ORAR
Postrado completamente, con rostro en tierra. Reconociéndote pecador y pidiendo la compasión de Dios.
Santo Domingo se inspiró en el salmo: “Porque mi alma ha sido humillada hasta el polvo, y mi
cuerpo pegado a la tierra” (Sal 43, 26).
Sufre y ora por todos los que sufren, prolongando en tu cuerpo la Pasión de Jesús.
“Tu disciplina me adiestró para el combate” (Sal 17, 35),
“Misericordia, Dios mío” (Sal 50),
Frente al crucifijo ofreciéndole nuestras vidas, todo lo que somos, lo que hacemos, la obra de nuestras manos. Nuestro trabajo, la familia, las personas que amamos, nuestros proyectos, nuestros sueños, la salud nuestra y de nuestros seres queridos. Incluso aquellos que ya no están con nosotros.
“Señor, si quieres, puedes curarme” (Mt. 8, 2). Y nosotros podemos agregarle "Señor, si quieres interviene en nuestras vidas".
QUINTO MODO DE ORAR
Con las manos y brazos abiertos y muy extendidos, a
semejanza de la cruz, permaneciendo derecho en la medida en que sea posible. Identificándote con Cristo y abrazando a todos los hombres y mujeres con tu oración.
“Señor, Dios de mi salvación, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia;…Todo el día te estoy invocando, Señor, tendiendo las manos hacia ti” (Sal 87, 2-10)
SEXTO MODO DE ORAR
Orando con las manos elevadas sobre la cabeza, muy levantadas
y unidas entre sí, o bien un poco separadas, como para recibir algo del cielo.
Pide a Dios por los dones del Espíritu Santo y la práctica de las bienaventuranzas para vos y todos tus seres queridos. Para quien conozcas y para los que nunca llegaras a conocer en esta vida. En definitiva para todo el mundo.
“Escucha mi voz suplicante cuando te pido auxilio, cuando alzo las manos hacia tu santuario” (Sal 27, 2).
SÉPTIMO MODO DE ORAR
Santo Domingo tenía otro modo de orar, hermoso, devoto y grato para él.
Se iba pronto a estar solo en algún lugar, para leer u orar, permaneciendo consigo y con Dios.
Se sentaba tranquilamente y, hecha la señal protectora de la cruz, abría ante sí algún libro.
Leía y se llenaba su mente de dulzura, como si escuchara al Señor que le hablaba, según lo que se dice en el salmo: “Voy a escuchar lo que dice el Señor” (Sal 84, 9).
A lo largo de esta lectura hecha en soledad, veneraba el
libro, se inclinaba hacia él, y también lo besaba, en especial el Evangelio.
OCTAVO MODO DE ORAR
Habla de Dios y con Dios en todo momento.
Esperando el colectivo, cuando te vas de un lugar a otro, mientras estés comprando. Especialmente cuando estés en un lugar solitario.
Haz Oración de súplica, de alabanza, de acción de gracias, de petición, de contemplación.
Observaba este modo de orar al trasladarse de una región a
otra, especialmente cuando se encontraba en lugares solitarios.
Está escrito en el libro de Oseas: “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón” (Os 2, 14).
NOVENO MODO DE ORAR
Esta forma de orar te lo dejo para tu reflexión. ¿Cómo hablarías con Dios? ¿Cómo te acercarías a La Virgen María?
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