Mostrando entradas con la etiqueta Ángel de la Guarda. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ángel de la Guarda. Mostrar todas las entradas

Oración a los Coros Angélicos y Promesa de San Miguel Arcángel

Esta oración tiene su origen en una aparición del Arcángel San Miguel a la religiosa Antonia De Asótonac donde el ángel le dijo que quería ser honrado mediante la recitación de 9 salutaciones.

Son 9 plegarias una por cada coro de ángeles.

La coronilla consiste en un Padrenuestro y tres Ave Marías en honor de cada coro angelical
.




Un artículo más completo lo tenés Aquí

Si querés saber más sobre el Coro de ángeles tenés este otro artículo desde Aquí





Los Ángeles...tus amigos ¿Qué son los Nueve Coros de Ángeles?

Ángel



¿Qué son los Nueve Coros de Ángeles?

Primero hablemos qué significa Ángel. Su nombre proviene de la palabra griega "aggelos" y significa “Mensajero”. Y justamente es el principal trabajo que realiza el Ángel.

En realidad son seres espirituales creados por Dios para servirle, naturalmente invisible al ojo humano, que están alrededor nuestro y que no sólo actúan como mensajeros sino que también están para protegernos y guiarnos a cada uno de nosotros. Como dice el salmista en 91:11 
"Porque Dios manda a los ángeles que te guarden en todos tus caminos". 

También los ángeles pueden presentar nuestras oraciones directamente a Dios como lo vemos en Apocalipsis 8:4 
"El humo del incienso junto con las oraciones de los santos subieron delante de Dios de la mano del ángel".

La Biblia enseña claramente que los ángeles existen. Hay más de 250 menciones de ángeles en las Escrituras desde el Génesis hasta el Apocalipsis. 
La Biblia también habla que los ángeles están en todas partes: 
“No dejen de practicar la hospitalidad, pues saben que algunos dieron alojamiento a ángeles sin saberlo” (Hebreos 13: 2). 
Es posible que hayas visto a estos mensajeros de Dios sin siquiera darte cuenta.

No hay un pasaje específico en la Biblia que enumere las nueve órdenes de ángeles, es una división que se basa en nueve nombres de ángeles que se encuentran en la Sagrada Escritura.

San Pablo escribe sobre ellos en sus cartas:

“Que les ilumine la mirada interior, para apreciar la esperanza a la que han sido llamados por Dios, la herencia tan grande y gloriosa que reserva Dios a sus santos…Es la misma fuerza todopoderosa que actuó en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en la morada celestial, por encima de todo Poder, Autoridad, Dominio, Soberanía, por encima de todo poderío que se pueda nombrar en este mundo y el otro. (Efesios 1:18, 20-21)…porque en él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, el universo visible y el invisible, Tronos, Gobiernos, Autoridades, Poderes…Todo fue creado por medio de él y para él. (Colosenses 1:16)

El Antiguo Testamento agrega Querubines y Serafines (en varios lugares) y los “arcángeles” se nombran tanto en el Nuevo Testamento (Gabriel, Miguel) como en el Antiguo Testamento (Rafael y Miguel).

En los siglos IV y V, comenzamos a ver un interés creciente en el papel de los ángeles entre los Padres de la Iglesia y otros escritores cristianos. Uno de ellos fue un monje anónimo conocido como Pseudo-Dionysis, un filósofo cristiano de finales del siglo V d.C. Se basó en pasajes del Nuevo Testamento, así como en otras fuentes de conocimiento, para presentar una jerarquía angelical que aparece en su libro "De Coelesti Hierarchia".

Los ángeles están organizados en tres jerarquías y nueve órdenes (también llamados coros) para que los ángeles puedan ser clasificados. Esas tres jerarquías contienen tres coros.

Ángeles en círculos concéntricos para mostrar la jerarquía de los ángeles


Se desglosan de la siguiente manera: La Primera jerarquía contiene Serafines, Querubines y Tronos. La Segunda jerarquía contiene Dominios, Virtudes y Poderes. La tercera y última jerarquía contiene principados, arcángeles y ángeles.

Por su parte Santo Tomás de Aquino reflexionó y filosofó sobre las referencias de las Escrituras y escribió sobre los Nueve Coros en su gran obra, Summa Theologica. Se basó en su vasto conocimiento de la filosofía y las Escrituras para llegar a conclusiones sobre la naturaleza, poderes, y rango de los ángeles.

Santo Tomás hizo de la inteligencia la base de la clasificación de los ángeles, que son en sí mismos seres puramente intelectuales. Sin embargo, no todos los ángeles tienen el mismo grado de semejanza con el Señor; algunos participan o reflejan las perfecciones divinas más que otros. Por tanto, según el Doctor Angélico, los ángeles pertenecen a diferentes coros según su inteligencia y su lugar en el plan de Dios.

Se cree que a cada uno de estos Coros Dios les dio una misión específica.

Ángeles en círculos para representar la jerquía de los mismos



El discípulo del gran apóstol Pablo, San Dionisio el Areopagita, a quien el Señor reveló todo el mundo angélico, escribe: “La jerarquía celestial está establecida de tal manera que los seres espirituales menores reciben la iluminación de los superiores, y representan para unos a otros una escalera de ascensión a la perfección suprema ".

A continuación describiremos a estos Coros de Ángeles individualmente:

Los tres primeros niveles ven y adoran a Dios directamente: Coro de Serafines, Coro de Querubines, Coro de Tronos.

Coro celestial de los Serafines

Ángel Serafín


Estos ángeles son el orden o el coro más alto.

El Coro de serafines está más cerca de Dios y lo alaba y glorifica continuamente, cantando: 
"Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los ejércitos"(Isaias 6:1-7). Los serafines están tan cerca de Dios que se cree que son los ángeles del insondable e infinito amor de Dios. 

La palabra “serafines” significa “ardientes”, y los eruditos angelicales proponen que en su verdadera apariencia son tan brillantes que ningún mortal podría mirarlos. Sin embargo, pueden alterar su apariencia para transmitir mensajes al mundo humano tal es el caso de Isaías que fue limpiado del pecado por un serafín que le puso una brasa en los labios. (Isaías 6: 6).

Por otra parte cada serafín tiene seis alas, 4 de sus alas son para cubrirse por humildad en la presencia de Dios, dos cubren el rostro y 2 cubren los pies. Las dos alas restantes lo usan para volar.

Cada Serafín refleja a Dios de una manera especial, al igual que todos los ángeles. Y, sin embargo, los serafines son ángeles del más puro y profundo nivel creado de adoración.

Al igual que los otros tipos de ángeles santos, los serafines son totalmente obedientes a Dios.

Coro celestial de los Querubines

Ángel Querubín


Siguiendo a los serafines en la jerarquía angélica, vienen los querubines.

El coro de Querubines son ángeles que tiene un conocimiento íntimo de Dios y lo adora y alaba continuamente.

"Querubines" significa "plenitud de sabiduría".

Estos ángeles se mencionan tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

Querubines de oro adornaban el Arca de la Alianza (Éxodo 25: 18-22) así como el Templo de Salomón (1 Reyes 6: 23-28) y fueron descritos vívidamente en una visión al profeta Ezequiel (Ezequiel 1: 1-28).

Un querubín recibió la tarea de proteger el Jardín del Edén y el Árbol de la Vida con una espada de fuego después de que Adán y Eva pecaron y fueron desterrados.

Dios le ha encomendado a este coro de ángeles la contemplación de Su Plan Divino y los requisitos para la salvación.

Su apariencia es muy inusual, ya que se describe que tienen cuatro cabezas y cuatro alas.

Tienen una característica de guardianes y al mismo tiempo de «carruaje». En Ezequiel 1:9 se dice de los querubines que «sus alas se juntaban unas con otras», por lo que se da la imagen de un grupo homogéneo, constituyendo una especie de «carroza celestial».

Su desplazamiento es veloz: «los seres iban y volvían, como si fueran relámpagos» (Ez 1:14). De acuerdo con el Apocalipsis su velocidad es como la de un relámpago.

Son considerados como los guardianes de la gloria de Dios.

Los querubines son seres que pueden ser vistos solo por quienes son «elevados» a una dimensión superior, es decir, a un estado en el que el cielo «se abre para ellos» (Ezequiel 10:14; I Reyes 6:23-28).

En síntesis, Los querubines tienen un profundo conocimiento intelectual de los secretos divinos y de las causas últimas de las cosas; su nombre significa "el que todo lo sabe". Como tales, contemplan constantemente la sabiduría y el amor de Dios en su relación con la humanidad.

Coro celestial de los Tronos

Coro de los tronos

Son Humildes portadores pacíficos del trono de Dios.

Los Tronos son una clase de seres celestiales mencionados por Pablo de Tarso. (Colosenses 1:16) Estas criaturas celestiales están conectadas directamente al trono de Dios. 

Son símbolos vivos y santos de la justicia de Dios y encarnan la autoridad suprema de Dios. 

Según el Nuevo Testamento, estos altos ángeles se encuentran entre las Órdenes al servicio de Cristo. Esta posición los convierte en algunos de los ángeles más poderosos al servicio del Señor. Según Santo Tomás, los Tronos tienen la tarea de ponderar la disposición de los juicios divinos.

Los tronos son una de las filas de la compañía de ángeles de la que se habla en Hebreos 12:22, que tienen un número indefinido. San Gregorio, lo expresa: los asistentes al trono de Dios en ese patio del cielo del cual Daniel nos ha dejado una vívida imagen: 
"Seguía mirando, pusieron unos tronos y un anciano se sentó; su ropa era blanca como la nieve, los cabellos de su cabeza eran como la lana blanca, su trono era de llamas de fuego con ruedas de fuego ardiente.
Un río de fuego brotaba y corría delante de él; miles y millares le servían, millones y millones permanecían de pie en su presencia. Se constituyó el tribunal y abrieron los libros. (Daniel 7: 9-10; cf. también Salmo 96: 7; Salmo 102: 20; Isaías 6).

En el Nuevo Testamento, los Tronos son ángeles de alto rango y están bajo el control directo de Jesucristo mismo. Los tronos también aparecen en el Libro de Apocalipsis (capítulo 11, versículo 16), donde se establece que veinticuatro ancianos, todos los cuales están firmemente sentados en lo alto y exaltados en sus tronos ante el Señor, todos cayeron sobre sus rostros a la vez y adoraron a Dios. . En el Antiguo Testamento (Ezequiel I) se los describe con cuatro caras y cuatro alas.

Estos ángeles están siempre en la presencia de Dios y son los ángeles de pura humildad, paz y sumisión. Ser intensamente humildes, atributo que les permite dispensar justicia con perfecta objetividad y sin miedo al orgullo ni a la ambición. 

Los Tronos representan la Divina Majestad, son símbolos vivientes de la Divina Justicia del Señor y Su autoridad; se llaman Tronos y tienen como uno de sus símbolos el trono. 

Son los ángeles más cercanos a la perfección espiritual y emanan la luz de Dios con una bondad similar a un espejo.

Ezequiel afirmó que parecían ruedas con ojos. Se dice que las ruedas pertenecen al trono de Dios, son estos espíritus angelicales los que impulsarán el carro de Dios. 

En Daniel 7: 9 son los portadores del trono de Dios, de ahí el nombre. Están representados como grandes ruedas cubiertas de ojos. Los ojos representan la sabiduría de Dios que todo lo sabe y todo lo ve. Los Tronos se mencionan nuevamente en Apocalipsis 11:16.

Ore a estos puros y humildes espíritus angelicales y pida a los Tronos paz en nuestro propio corazón, alma, nuestras familias y toda la humanidad.

Ángeles de la segunda jerarquía. Los siguientes tres coros cumplen los planes providenciales de Dios para el universo:

Coro celestial de las Dominaciones

Coro de las dominaciones


Se cree que este coro muy poderoso administra la justicia de Dios al mundo humano y distribuye los dones del Espíritu Santo.

El nombre Dominios se deriva de la carta de San Pablo a los Corintios. Estos ángeles también son conocidos como los Señores y es a través de ellos que se revela la majestad de Dios.

Las dominaciones son ángeles de liderazgo y ocupan el lugar más alto entre los ángeles de la segunda jerarquía.

Se parecen a los principados en esto, no solo ocupan el lugar más alto en la jerarquía más baja, sino que tienen precedencia sobre los ángeles y arcángeles, con autoridad para dirigirlos y regularlos, dando a conocer los mandamientos de Dios. 

Sus nombres reflejan el misterio que envuelve su naturaleza y sus funciones. Su trabajo es asignar deberes y misiones a los ángeles de las esferas inferiores y mantener el orden. 

Están ocupados por su preocupación por los intereses de Dios y por cualquier función que tenga por fin el gobierno del mundo o de la raza humana; ejercen un alto control sobre el ministerio de los ángeles inferiores y los dirigen en el desempeño de sus oficios para hacer la voluntad de Dios.

Se cree que los dominios se parecen a los humanos divinamente hermosos con un par de alas emplumadas, muy parecidas a la representación común de los ángeles, pero se pueden distinguir de otros grupos por empuñar orbes de luz sujetos a las cabezas de sus cetros o en el pomo de sus espadas.

Los dominios se mencionan muchas veces en la Biblia y nos muestran que verdaderamente son líderes y mensajeros del Señor.

Estos ángeles están de pie ante Dios, ansiosos por captar el sonido de Su voz, y a la menor expresión de Su voluntad, se apresuran a cumplirla. Seamos como ángeles: hacer el bien y servir a Dios.

Coro celestial de las Virtudes

Coro celestial de las Virtudes

San Pedro menciona las virtudes en su primera epístola (3, 22), al igual que San Pablo en su Carta a los Colosenses (1, 16). El nombre es de alguna manera una mala traducción o al menos un "falso afín", ya que este coro de ángeles no se ocupa de los hábitos adquiridos (virtudes), sino que ejerce un poder innato y puro sobre el universo físico.

Virtud es un nombre que usamos con mayor frecuencia para referirnos a acciones, no a seres vivos. Sin embargo, se dice que las virtudes angelicales son agentes de los milagros (acciones) de Dios en la tierra y, por lo tanto, actúan como agentes de la perfección divina. La perfección es parte del significado de la palabra "virtud", que es vertus en latín. Vertus significa perfección, pero también se refiere a excelencia y valentía.

Las virtudes son conocidas por su control de los elementos. Algunos incluso se refieren a ellos como "los brillantes". Además de ser los espíritus del movimiento, también ayudan a gobernar la naturaleza. 
Ayudan con milagros.

Son conocidos por su trabajo de animar a los seres humanos, a fortalecer su fe en Dios.

Coro celestial de las Potestades


Los Poderes son considerados Ángeles Guerreros que luchan contra las fuerzas del mal, defendiendo no solo el cosmos sino también a la humanidad. También se les llama los Poderes porque tienen poder sobre el diablo, con el fin de restringir el poder de los demonios. También ayudan a las personas que luchan con las pasiones y los vicios a expulsar cualquier mal promovido por el enemigo.


Curiosamente, se cree que los poderes y principados constituyen muchos de los ángeles que siguieron a Lucifer y fueron arrojados del cielo. "Porque nuestra lucha no es con sangre y carne, sino con los principados, con los poderes ... con los espíritus malignos". (Efesios 6:12.) Como resultado, a menudo nos referimos a los ángeles que se quedaron con Dios como los Santos Ángeles. Aquellos que siguieron a Lucifer (mejor conocido como Satanás) comúnmente se les llama demonios o diablos.

Los Poderes son los representantes angelicales de toda autoridad legal, eclesiástica y civil.

Estos espíritus tienen una de las tareas más peligrosas y son responsables de mantener el orden entre el cielo y la tierra. Son la principal línea de defensa y batalla durante la guerra celestial. Los poderes mantienen el orden alrededor del planeta tierra y lo protegen de ser derrocado por Satanás y supervisan la distribución del poder entre la humanidad, de ahí su nombre.

Según los escritos de algunos de los primeros Padres, los Poderes guardan a los sacerdotes con más cuidado en sus ministerios. Los sacerdotes bajo la protección de los Poderes tienen una gran influencia sobre las almas y su trabajo es muy fructífero. Los poderes se asignan a los sacerdotes que son confesores de almas muy devotas. Estos ángeles conducen a los sacerdotes a un mejor conocimiento de sí mismos y les inculcan el deseo de perfección.

Los últimos tres coros ordenan directamente los asuntos humanos.
La jerarquía más baja y más cercana a la humanidad está compuesta por Principados, Arcángeles y Ángeles. 

Coro celestial de los Principados


A los principados se les ha asignado el cuidado y el gobierno del universo, son los guardianes de todos los reinos terrenales; velar por las naciones, provincias, diócesis, comunidades religiosas y, para apartarlas de los efectos de la ira divina. Por lo tanto, cada reino y cada persona en la tierra tiene su propio ángel de la guarda.


También se les conoce como principados o reglas, ya que vigilan directamente a grandes grupos e instituciones, incluidas las naciones y la Iglesia. También aseguran el cumplimiento de la Voluntad divina.

Los principados tienen el mando sobre los ángeles inferiores.

Dirigen el cumplimiento de las órdenes divinas.

Coro celestial de los Arcángeles



Entre los arcángeles encontramos a San Miguel, San Gabriel y San Rafael. Se cree tradicionalmente, debido a las declaraciones de Rafael en el libro de Tobías, que solo hay siete arcángeles.

Tres de sus nombres aparecen en las Escrituras, por lo que la Iglesia usa estos nombres en nuestro culto: San Miguel, el príncipe de la hueste celestial y el único llamado "arcángel" en las Escrituras; San Gabriel, el mensajero de la Encarnación; y San Rafael, el ángel de la curación y la medicina.

Los nombres de los otros cuatro no se usan en nuestra liturgia, aunque hay ciertas iglesias que conservan estos nombres y los usan en devoción privada, incluidas algunas iglesias católicas orientales. Los católicos romanos a menudo se refieren a ellos como los siete arcángeles o los siete espíritus asistentes alrededor del trono de Dios.

Por lo general, se considera que los arcángeles significan "ángel principal o principal" (Judas 9; 1 Tesalonicenses 4:16); son los que se mencionan con más frecuencia en toda la Biblia.

Los Arcángeles tienen un papel único como mensajero de Dios al pueblo en momentos críticos de la historia y la salvación (Tb 12: 6, 15; Jn 5: 4; Ap 12: 7-9), por ejemplo, como en la Anunciación y el Apocalipsis.

Dios eligió a uno de los grupos más bajos de ángeles para tener los mayores honores, como anunciar el nacimiento de Cristo a María, o llevar a su ejército a la batalla contra Satanás.

El nombre Miguel en hebreo significa 'Quien es como Dios' y fue el grito de batalla de los ángeles buenos contra Lucifer y sus seguidores cuando se rebelaron contra Dios. Se le menciona cuatro o cinco veces en la Biblia; en Daniel 10 y 12, en la carta de Judas, Apocalipsis y en Enoc. Su voluntad está enfocada, inamovible y enteramente dirigida hacia el logro de la bondad; es el protector de las almas, y empuña su poderosa espada contra las venenosas y vengativas aspiraciones de quien es conocido como mentiroso desde el principio.

En el libro de Enoc (9: 1; 10:15; 20: 5; 24: 4-10; 40: 8; 53: 6; 58; 66: 14-15; 70: 11-16) y una obra descubierta entre los Rollos del Mar Muerto titulado 'La Guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las Tinieblas' (también conocido como 'El Pergamino de la Guerra'), escrito alrededor del 50 a. C. y el siglo I d. C. menciona el nombre de San Miguel como el 'Príncipe de las Huestes Celestiales', el líder de todos los ángeles.

San Miguel, cuyas fuerzas arrojaron a Lucifer y los espíritus malignos al infierno, es invocado como protección contra Satanás y todo mal.

El Papa León XIII, en 1899, habiendo tenido una visión profética del mal que se infligiría a la Iglesia y al mundo en el siglo XX, instituyó una oración pidiendo que se dijera la protección de San Miguel al final de cada misa.

En la visita al Santuario de San Miguel Arcángel, el Papa Juan Pablo II dijo: "La batalla contra el Diablo... es la tarea principal de San Miguel Arcángel". La Escritura relata tal verdad: “Entonces estalló la guerra en el cielo; Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. Aunque el dragón y sus ángeles se defendieron, fueron dominados y perdieron su lugar en el cielo.

San Miguel Arcángel

El enorme dragón, la serpiente antigua conocida como el diablo o Satanás, el seductor del mundo entero, fue expulsado; fue arrojado a la tierra y sus secuaces con él ”(Apocalipsis 12: 7-9).

San Miguel Arcángel dijo a los tres niños en Fátima: “No temáis. Yo soy el Angel de la Paz. Reza conmigo”. Luego se postró y repitió tres veces: “Dios mío; ¡Creo, adoro, espero y te amo! ¡Te ruego perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no Te aman! “Esta oración de San Miguel muestra la seriedad de este guerrero comprometido que lucha por la paz con todo su ser. Dios en su amor por nosotros nos ha dado un protector magnífico.

San Gabriel significa "Dios es mi fuerza" y se le menciona cuatro veces en la Biblia. “Yo soy Gabriel, que estoy ante Dios” (Lc 1, 19). El ángel Gabriel apareció por primera vez en el Antiguo Testamento en las profecías de Daniel, anunció la profecía de las 70 semanas (Dn 9: 21-27).

Otra aparición temprana que tenemos de Gabriel también proviene de Daniel (8: 15-17). Enoc también lo menciona (9: 1-2; 10:13; 20: 7; 40: 9).

Las más significativas son las dos menciones de San Gabriel en el Nuevo Testamento: anunciar el nacimiento de Juan Bautista a su padre Zacarías y en la Encarnación del Verbo en el seno de María. Fue enviado por Dios a Nazaret, “a una virgen desposada con un hombre llamado José… y el nombre de la virgen era María”.

Además, acercándose a ella, le dijo: “¡Salve, favorecida! El Señor está contigo” (Lc 1, 27-28). La tradición cristiana sugiere que fue él quien se apareció a san José y a los pastores, y también que fue él quien 'fortaleció' a Jesús durante su agonía en el huerto de Getsemaní.

El Papa San Gregorio Magno escribió: “Él [Gabriel] vino a anunciar a Aquel que apareció como un hombre humilde m. 34, 8-9). San Gabriel es el ángel de la potencia de Dios, la Encarnación y el consuelo en la tradición cristiana. Gabriel es siempre el ángel de la misericordia, mientras que Miguel es más bien el ángel del juicio.

Rafael significa 'Dios es mi salud'. “Yo soy el ángel Rafael, uno de los siete que están delante del Señor” (Tob 12:15). El nombre de San Rafael también significa 'Dios ha sanado' debido a su curación de la ceguera de Tobías en el Libro de Tobías. Tobías es el único libro en el que se le menciona. Por tanto, su oficio es conocido por sus actos de curación y misericordia.

San Rafael también se identifica con los ángeles en Juan 5: 1-4, quienes descendieron sobre el estanque y le otorgaron poderes curativos para que el primero en entrar después de que se moviera fuera sanado de cualquier enfermedad que estuviera sufriendo.

Dios, en su maravillosa misericordia, es tan bueno al darnos tres arcángeles tan vigilantes y magníficos. Debemos llamar muy a menudo a los santos Miguel, Gabriel y Rafael para que nos ayuden e intercedan por nosotros ante el trono de Dios.

Reza diariamente a San Gabriel pidiendo consuelo, a San Rafael por la curación y a San Miguel por protección contra las trampas y la maldad del Diablo.

Coro celestial de los Ángeles

Ángeles de la guarda

La existencia de los ángeles es un dogma de fe, y la existencia de los ángeles guardianes se desprende de la Sagrada Escritura y la tradición.

Los ángeles de la guarda, según Tomás de Aquino, pertenecen al rango más bajo de ángeles. 

Santo Tomás afirmó que todo hombre recibe un ángel de la guarda en su Summa Theologica (Primera Parte, Pregunta 113) y proporciona argumentos irrefutables por qué debe ser así. Era la enseñanza común en su tiempo y ningún médico la cuestionó desde el siglo XIII.

Las Escrituras no nos dan ninguna indicación del tiempo preciso de la creación de los ángeles; su existencia se asume en los primeros tiempos.

La creencia en los ángeles de la guarda se ha enseñado implícitamente en las Escrituras, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

Además de los ángeles de la guarda personal, se pensaba que todo Israel tenía un ángel de la guarda, como se ve en Éxodo 23: 20-23. “Tu ángel de la guarda es solo tuyo”.

Primeras cartas de San Ambrosio: “Debemos rezar a los ángeles que nos han sido dados como guardianes” (De Viduis, ix).

Que cada alma individual tiene un ángel de la guarda nunca ha sido definido por la Iglesia y, en consecuencia, no es un artículo de fe; pero es la 'mente de la Iglesia', como lo expresó San Jerónimo: “La dignidad de un alma es tan grande, que cada uno tiene un ángel de la guarda desde su nacimiento” (Comm. en Mateo, xviii, lib. II).

El Nuevo Testamento cita este pasaje y nos dice que la humanidad, incluido el mismo Señor Jesús, fue hecha un poco más baja que los ángeles, 'por el sufrimiento de la muerte' (Hebreos 2: 9).

Los ángeles no mueren, pero los hombres y las mujeres sí. Incluso Jesús, el Hijo de Dios, era un hombre mortal, pero ahora ha recibido la gloria y el honor que le correspondía cuando, como dijo después de Su resurrección, “todo poder me es dado en el cielo y en la tierra” (Mateo 28 : 18).

Jesús nos dice que los niños tienen sus propios ángeles de la guarda: “Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeños, porque os digo que en el Cielo sus ángeles ven siempre el rostro de Mi Padre que está en los Cielos” (Mateo 18: 10). Este versículo parece indicar que los niños tienen un ángel listo para ayudar en cualquier momento que sea necesario.

La Biblia nos da muchas referencias sobre los ángeles de la guarda, por ejemplo, Génesis 19:11: “E hirieron con ceguera a los hombres que estaban a la puerta de la casa”; 1 Reyes 19: 5: “Un ángel lo tocó y le dijo: 'Levántate y come'”; PD. 91:11: “Él dará a sus ángeles cargo sobre ti, para que te guarden en todos tus caminos. Te llevarán en sus manos, no sea que tropieces con tu pie en piedra ”; Dan. 6:22: “Mi Dios envió su ángel, y cerró la boca de los leones, y no me hicieron daño”; Hechos 5:19; “Pero un ángel del Señor de noche abrió las puertas de la prisión, los sacó y dijo”, ….; Hechos 12; 11: “Y cuando Pedro volvió en sí, dijo: 'Ahora sé de verdad que el Señor envió a su ángel y me liberó de la mano de Herodes.

La conversión de un pecador da gran alegría a su ángel de la guarda y, de hecho, a todos los ángeles. Nuestro ángel de la guarda nos anima a agradecer a Dios por las muchas humillaciones que recibimos a diario, sin embargo, es más difícil si tenemos orgullo.

Los ángeles de la guarda pueden ayudar a servir como guías en este mundo. Sin embargo, es mucho más fácil si cooperamos con el ángel de la guarda. A menudo luchamos en nuestro pecado, solo para quedar atrapados aún más.

Debemos aprovechar todo lo que Dios nos proporciona y llamar a nuestro ángel de la guarda y a San Miguel Arcángel a menudo durante el día para pedir ayuda y asistencia.

Los ángeles de la guarda son espíritus y no tienen sentido de la emoción. Incluso si pierden su confianza, se regocijan en la justicia de Dios. No sienten pena y ciertamente no sienten vergüenza por la caída final de su cargo. Ningún ángel de la guarda 'falla', todos hacen un buen trabajo. Cuando el último ángel de la guarda sea enviado por Dios, será para proteger al último hombre creado por Dios.

Podemos aprender de los santos, muchos de los cuales tuvieron relaciones maravillosas con sus ángeles de la guarda.

El Padre Pío tenía un amor y devoción especialmente tierno por su ángel de la guarda. Desde los cinco años pudo ver y conversar con su ángel de la guarda. En su sencillez infantil, asumió que todos tenían la misma experiencia. Disfrutando de una amistad íntima con su ángel de la guarda, el Padre Pío se refirió a él como el "compañero de mi infancia". La relación amorosa continuó durante toda la vida del Padre Pío.

Para el Padre Pío, su ángel era su apoyo, su protector, su maestro, su hermano y su amigo. A veces, el ángel de la guarda del Padre Pío actuaba como su secretario y también como su "cartero" celestial llevando mensajes a sus hijos espirituales.

El ángel de la guarda del Padre Pío lo despertaba por la mañana y juntos se unían en oración y alabanza a Dios.

El Padre Pío le escribió al Padre Agostino: “De nuevo por la noche cuando cierro los ojos, el velo se levanta y veo el Paraíso abrirse ante mí; y contento por esta visión duermo con una sonrisa de dulce bienaventuranza en mis labios y un semblante perfectamente tranquilo, esperando que el pequeño compañero de mi infancia venga a despertarme, para que podamos cantar juntos las alabanzas de la mañana al Amado de nuestra corazones”.

La Fiesta de los Ángeles de la Guarda es una fiesta católica que se celebra anualmente el 2 de octubre. Pablo V fue el primer Papa, en 1608, en autorizar una fiesta en honor a los ángeles guardianes. El Papa Clemente X cambió la fecha al 2 de octubre y el Papa León XIII, en 1883, actualizó la fecha a una fiesta mayor

En un discurso a los peregrinos estadounidenses el 3 de octubre de 1958, el Papa Pío XII habló elocuentemente de los santos ángeles y dijo: “Los ángeles son gloriosos, puros y espléndidos. Nos han sido entregados como compañeros en el camino de la vida. Ellos tienen la tarea de velar por todos ustedes, para que no se alejen de Cristo, su Señor”.

El Papa emérito Benedicto XVI usó su discurso del Ángelus dominical para recordar a los cristianos que deben pedir ayuda a su ángel de la guarda durante toda la vida. “Queridos amigos, el Señor está siempre cerca y activo en la historia de la humanidad, y nos sigue con la presencia única de sus ángeles, que hoy la Iglesia venera como 'Guardián', es decir, los que ministran el cuidado de Dios por cada hombre”.

El ex Papa dijo a los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro de Roma, el 2 de octubre de 2011. Nuestro ángel de la guarda siempre estará encantado de que lo llamemos a menudo para pedir ayuda, asistencia y protección en todas las circunstancias.



Cómo el Padre Pío era ayudado por su Ángel de la Guarda

Cómo el Padre Pío Usaba las Habilidades de su Ángel

padre Pío


El Padre Pío se comunicaba intensamente con su Ángel.

Llamaba a su Ángel Angelino.

Y se valía de él para múltiples actividades.

Las anécdotas que traemos aquí nos indican como podemos aprovechar las posibilidades de nuestro Ángel de la Guarda.  

El ángel del Padre Pío sentía gran compasión por los terribles sufrimientos del Santo.
.
Y sentía una gran alegría a causa de su crecimiento espiritual y la gloria ofrecida a Dios.

Veamos algunas historias del Padre Pío de cómo su ángel le ayudaba.

Ángel  Traductor

El ángel le traducía cartas o hacía de intérprete cuando venían personas que no sabían italiano.
.
El padre Pío no había estudiado lenguas extranjeras, pero las entendía.
.
No había estudiado francés, pero lo escribía.
.
A la pregunta de su director, el padre Agustín, sobre quién le había enseñado francés, el padre respondió:
.
Si la misión del ángel custodio es grande, la del mío es más grande aún, porque debe hacer de maestro explicándome otras lenguas.

A principios de 1912 se le ocurrió al padre Agustín valorar la santidad del padre Pío, escribiéndole en lenguas que él no conocía.

Y entre ambos comenzó una correspondencia en francés y griego. 

Padre Pío superó brillantemente la prueba, porque hacía traducir las cartas a alguien.

Sobre esto hay un testimonio del cura párroco de Pietrelcina que, bajo juramento, certificó que el padre Pío, estando en Pietrelcina, recibió una carta del padre Agustín en griego.

El testimonio firmado dice así:

“Pietrelcina, 25 de agosto de 1919. Certifico, bajo juramento, yo, Salvatore Pannullo, párroco, que el padre Pío, después de recibir la presente carta, me explicó literalmente el contenido.

Al preguntarle cómo había podido leerla y explicarla, no conociendo el griego, respondió: “Lo sabe usted. Mi ángel custodio me ha explicado todo”.

El padre Agustín escribió en su Diario: El padre Pío no sabía ni francés ni griego. Su ángel custodio le explicaba todo y el padre respondía bien.

La ayuda de este singular maestro era tan eficaz que podía escribir en lenguas extranjeras. Entre sus cartas escritas, hay algunas que, al menos en parte, fueron escritas en francés.

Un día vino de Estados Unidos una familia, porque la niña, de padres italianos, quería hacer su primera comunión con el padre Pío.

La señorita americana, María Pyle, la preparó bien, pues la niña no sabía ni palabra de italiano.

La víspera de la comunión, María Pyle la llevó al padre Pío para que confesara a la niña, ofreciéndose a hacer de traductora, pero el padre Pío no aceptó.

Después de la confesión, María Pyle le preguntó a la niña si el padre Pío le había entendido, y respondió que sí.

Y tú ¿lo has entendido?

Sí.

Pero ¿te ha hablado en inglés?

Sí.

El padre Ruggero afirma que un día se presentaron cinco austríacos que querían confesarse con el padre Pío a pesar de no saber ni palabra de italiano.

Pensó que el padre Pío los rechazaría por no entenderlos. Pero, al salir el primero, salió riéndose, y los otros igualmente salieron con mucha alegría.

Yo le pregunté algunos días después cómo había hecho para confesar a los cinco austríacos, que no sabían italiano, y me respondió: Cuando quiero, entiendo todo.

En 1940 vino un sacerdote suizo y habló en latín con el padre Pío. Antes de irse, el sacerdote le encomendó a una enferma.

El padre Pío le respondió en alemán: Ich werde Sie an die gottliche Barmherzigkeit empfehlen (la encomendaré a la divina misericordia). El sacerdote quedó admirado del hecho.

Refiere el padre Luigi Lo Viscovo que un día vino un sacerdote francés, residente en Lourdes, que quería confesarse con el padre Pío.

Le dije que el padre no oía confesiones en francés, porque no sabía esa lengua. Este sacerdote respondió que debía ser como en Lourdes que hay confesiones en distintas lenguas.

Me acerqué al padre Pío y le dije que ese sacerdote estaba hablando que él no conocía el francés ni otras lenguas.

El padre Pío respondió:

Dile que sé francés, inglés, griego, latín, hebreo, arameo, alemán y otras lenguas, pero no quiero confesarlo.

El padre Tarsicio Zullo declaró: Cuando llegaban a san Giovanni Rotondo peregrinos de distintas lenguas, el padre Pío los comprendía.

Una vez le pregunté: “Padre, ¿cómo hace para entender tantas lenguas y dialectos?”. Y respondió: “Mi ángel me ayuda y me traduce todo”.

Ángel  Enfermero

Cuando estaba enfermo y no había nadie que le pudiera ayudar en un momento determinado, era su ángel quien le hacía pequeños servicios.

ángel de Navidad


El padre Paolino cuenta al respecto: Viviendo con el padre Pío, llegué a tenerle cierta confianza.

Cuando estaba enfermo, sudaba mucho y tenía necesidad de ayuda para cambiarse. Muchas veces yo estaba tan cansado que, apenas iba a la cama, me quedaba dormido.

Un día le dije:

Si quieres que te ayude de noche, mándame tu ángel para que despierte.

Está bien.

Ese día a medianoche fui despertado bruscamente. Pensé de inmediato en el padre Pío, pero me quedé dormido de nuevo.

A la mañana siguiente, le dije que había sentido que me despertaban y de nuevo me había dormido.

Le dije:

“¿Para qué ha venido su ángel a despertarme, si me ha dejado dormir otra vez? Si viene, que me despierte de modo que me levante”.

En la tarde de ese mismo día, le recordé lo mismo. En la noche me desperté y de nuevo me dormí.

La tercera noche desperté de nuevo y me levanté corriendo para ir a la celda del padre Pío. Le pregunté qué necesitaba y me respondió:

“Estoy lleno de sudor y no puedo cambiarme solo”.

Las otras noches ¿quién lo cambiaba? Con seguridad su ángel.

En 1965 yo (P. Alessio Parente) pasaba parte de la noche acompañando al padre Pío y por la mañana debía acompañarlo hasta el altar.

Después guardaba sus guantes y me iba a mi celda a descansar un poco.

Muchas veces, cuando no me despertaba a tiempo, sentía a alguien tocar fuerte en mi puerta.

A veces, sentía en mi sueño una voz que me decía: “Alessio, levántate”.

Un día no me desperté ni para la misa ni para acompañarlo después de las confesiones.

Despertado por otros hermanos, fui a la celda del padre Pío y le dije: “Discúlpeme, padre, pero no me he despertado”.

Y me respondió: “¿Tú crees que voy a mandarte siempre a mi ángel custodio a despertarte?”.

Ángel  Proveedor

En una oportunidad el padre Pío, vestido de militar, no tenía para pagar el billete del autobús para ir a su pueblo y el ángel lo pagó por él.

ángel durmiendo en una guitarra
.

Era el año 1917, en plena guerra mundial.
.
El padre Pío había ido a Nápoles para el control de su salud en el hospital militar.

El 6 de noviembre le dieron licencia por ocho días. Fue a la estación y sacó gratis el billete en tren de Nápoles a Benevento. Tenía una lira de dieta para el viaje.

Él dice:

A la salida del hospital, atravesé una plaza donde había un mercado.

Me detuve un poco para observar lo que vendían y se me acercó un hombre que vendía sombrillas de papel por una lira, pero no podía quedarme sin nada, pues debía pagar el viaje (de Benevento a Pietrelcina).

Seguí caminando y vino otro vendedor de sombrillas por 50 céntimos.

Viendo a aquel hombre que tanto me insistía para llevar el pan a sus hijos, le tomé una y le di 50 céntimos. Él, feliz, se fue.

Yo estaba cansado y afiebrado. El tren llegó a Benevento con mucho retraso.

Apenas bajé del tren fui a la estación para tomar el autobús para Pietrelcina, pero ya había salido.

Tuve que hacer noche en Benevento y pensé en quedarme en la estación para no importunar a los amigos que conocía.

Busqué un lugar en la sala de espera, pero estaba llena de gente. La fiebre aumentaba cada vez más y no tenía fuerzas ni para tenerme en pie.

Cuando me cansaba de estar quieto, caminaba un poco dentro y fuera de la estación.

El frío y la humedad penetraban en mis huesos y así pasaron muchas horas.

Me vino la tentación de entrar en el bar de la estación, porque allí el local estaba caliente, pero estaba lleno de oficiales y soldados, esperando trenes y cada uno gastaba su consumo.

Yo solo tenía 50 céntimos y pensaba: “Si entro, ¿cómo hago?”.

El frío se hacía sentir cada vez más y la fiebre me consumía. Eran las dos de la mañana y no había ni un sitio vacío en la sala de espera ni para echarme a descansar en el suelo.

Me encomendé a Dios y a nuestra Madre celeste.

No pudiendo aguantar más, entré en el bar. Las mesas estaban ocupadas y esperaba con ansia que alguno se levantara para dejarme un sitio vacío.

Hacia las tres y media llegó el tren Foggia-Nápoles, y varias mesas quedaron vacías, pero por mi timidez no me dio tiempo para ocupar ni siquiera una silla.

Yo pensaba: “No tengo dinero ni para consumir más de un café y, si me siento, ¿qué ganaría este pobre propietario que se pasa toda la noche trabajando?”.

A las cuatro llegaron algunos trenes y quedaron dos mesas vacías. Me acomodé en un rincón, esperando que no lo notaran los camareros.

Después de unos minutos, llegaron un oficial y dos suboficiales y se sentaron en la mesa vecina.

De inmediato se acercó el camarero y también a mí me preguntó qué quería. Tuve que pedir un café.

Los tres tomaron algo y de inmediato se fueron, pero yo me decía: “Si lo bebo pronto, tendré que salir y quiero que el café me dure hasta que llegue el autobús”.

Cuando el camarero me miraba, trataba de mover la cucharilla como para mover el azúcar en el café.

Por fin llegó la hora, me levanté y fui a pagar. El camarero me dijo gentilmente: “Gracias, militar, pero todo está pagado”.

Pensé: “Como el camarero es anciano, quizás me conoce y me quiere hacer una cortesía”. También pensé: “¿Habrá pagado el oficial?”. De todos modos lo agradecí y salí.

Llegué al lugar del autobús y no encontré a ninguna persona conocida que me prestara para pagar el billete de Benevento a Pietrelcina, sólo tenía 50 céntimos y el billete costaba 1.80.

Confiando en la providencia de Dios, subí al autobús y tomé lugar en uno de los últimos lugares para poder hablar con el cobrador y asegurarle que pagaría el porte a la llegada.

A mi costado tomó lugar un hombre grande, de bello aspecto. Tenía consigo una maletita nueva y la apoyó sobre sus rodillas.

Partió el autobús y el cobrador se iba acercando a mi puesto. El señor que estaba a mi lado sacó de su maletín un termo y un vaso, echando en el vaso café con leche bien caliente. Me lo ofreció, pero, agradeciéndoselo, traté de no aceptar.

Dada su insistencia, acepté mientras él se servía en el vaso del mismo termo.

En ese momento llegó el cobrador y nos preguntó adónde íbamos. Todavía no había abierto yo la boca, cuando el cobrador me dijo: “Militar, su billete a Pietrelcina ya ha sido pagado”.

Yo pensé: “¿quién lo habrá pagado?”. Y le agradecí a Dios por aquel que había hecho esa buena obra. Por fin llegamos a Pietrelcina.

Varios pasajeros bajaron y también bajó antes que yo el señor que estaba a mi lado. Cuando me doy la vuelta para saludarlo y agradecerle, no lo vi más.

Había desaparecido como por encanto. Caminando, me volví varias veces en todas las direcciones, pero no lo vi más.

El padre Pío contaba muchas veces este suceso a sus hermanos, reconociendo que aquel joven había sido su ángel de la guarda.

Otro caso que también podemos anotar es el haber dado pan para comer a toda la Comunidad.

Era el año 1941, durante la segunda guerra mundial. El pan estaba racionado y cada día iban a pedir comida unos 15 pobres del lugar.

El Superior, padre Rafael, refiere que a la hora de la comida del mediodía no había pan para los 10 religiosos ni para los pobres.

Dice:

Fuimos al comedor y comenzamos a comer la menestra, mientras el padre Pío estaba orando en el coro.

De pronto, aparece el padre Pío con bastante pan fresco. Lo miramos sorprendidos y yo le digo: “Padre Pío, ¿de dónde ha sacado este pan?”.

Me responde: “Me lo ha dado una peregrina de Bologna en la puerta”.

Le respondo: “Gracias a Dios”. Ninguno de los religiosos dijo una palabra: Habían comprendido.

Habían entendido que era un milagro patente que Dios hizo por sus oraciones y, aunque no lo dijo, podemos suponer que lo hizo por medio de su ángel.

Ángel  Chofer

No faltaron casos en los que su ángel tuvo que ayudar a quienes se dormían al volante o velar para que no les pasara ningún accidente.

El señor Piergiorgio Biavate tuvo que viajar en su coche de Florencia a San Giovanni Rotondo.

A medio camino se sintió cansado y se quedó un rato en una estación de gasolina para tomar un café. Después continuó el viaje.

Dice el protagonista:

Sólo recuerdo una cosa, encendí el motor y me puse al volante, después no me acuerdo de nada más. No recuerdo ni un segundo de las tres horas pasadas manejando al volante.

Cuando ya estaba frente a la iglesia de san Giovanni Rotondo, alguien me sacudió y me dijo: “Ahora toma tú mi puesto”.

El padre Pío, después de la misa, me confirmó: “Has dormido durante todo el viaje y el cansancio lo ha tenido mi ángel, que ha manejado por ti”.

Atilio de Sanctis, abogado ejemplar, contó un hecho que le ocurrió a él mismo:

El 23 de diciembre de 1948 debía ir de Fano a Bolonia con mi mujer y dos de mis hijos (Guido y Juan Luis) para traer al tercer hijo, Luciano, que estaba estudiando en el colegio Pascoli de Bolonia.

Salimos a las seis de la mañana, pero, como no había dormido bien, estaba en malas condiciones físicas. Guié hasta Forlí y cedí el volante a mi hijo Guido. Una vez que recogimos a Luciano del colegio, nos detuvimos algo en Bolonia y decidimos volver a Fano.

A las dos de la tarde, después de haber cedido el volante a Guido, quise guiar otra vez.

Una vez pasada la zona de San Lorenzo, noté mayor cansancio. Varias veces cerré los ojos y cabeceé. Quise dejar el volante a Guido, pero se había dormido.

Después, ya no me acuerdo de nada. A un cierto momento recobré el conocimiento bruscamente por el ruido de otro coche.

Miré y faltaban sólo dos kilómetros para llegar a Imola. ¿Qué había sucedido?

Los míos estaban charlando tranquilamente. Les expliqué lo sucedido. No me creían. ¿Podían creer que el auto había ido solo?

Después admitieron que yo había estado inmóvil un largo rato y no había respondido a sus preguntas ni intervenido en la conversación.

Hecho el cálculo, mi sueño al volante había durado el tiempo empleado en recorrer unos 27 kilómetros.

Dos meses después, el 20 de febrero de 1950, volví a san Giovanni Rotondo y le pedí una explicación al padre Pío, que me respondió: “Tú dormías y tu ángel guiaba el coche. Sí, tu dormías y tu ángel guiaba el coche”.

Ángel  Defensor

Muchas veces el ángel lo defendía del poder del maligno.
.
En una carta al padre Agustín del 13 de diciembre de 1912 le dice:
.
No hubiera sospechado ni lo más mínimo el engaño de barbazul (el diablo), si mi angelito no me hubiera descubierto el engaño.
.
El compañero de mi infancia trata de aliviarme los dolores que me dan estos apóstatas impuros.

Y él mismo asegura:

Después de las apariciones diabólicas casi siempre se aparecen Jesús, María o el ángel custodio.

El ángel le decía:

Defiéndete (del maligno), aleja de ti y desprecia sus malignas insinuaciones y no te aflijas, amado de mi corazón, pues yo estoy junto a ti.

Oh, Señor, ¿qué he hecho yo para merecer tanta amabilidad de mi angelito? Pero no me preocupo de esto. ¿Acaso no es el Señor el dueño para dar sus gracias a quien quiere y como quiere?

Yo soy el juguete del niño Jesús, como él mismo me repite, lo malo es que Jesús ha escogido un juguete de poco valor. Sólo me desagrada que este juguete escogido por Él ensucie sus manos divinas.

Un día le llegó una carta toda ennegrecida por el diablo, que no se podía leer.

Y le escribe al padre Agustín el 13 de diciembre de 1912:

Con ayuda del angelito he triunfado esta vez sobre el pérfido cosaco.

El angelito me sugirió que a la llegada de la carta, le echara agua bendita antes de abrirla. Así hice con la última, pero ¿quién puede describir la rabia de Barbazul?

En otra carta al padre Agustín del 5 de noviembre de 1912, le escribía:

El sábado me parecía que los demonios querían acabar conmigo. No sabía a qué santo dirigirme.

Me vuelvo a mi ángel y, después de hacerse esperar un poco, al fin viene aleteando en torno a mí y con su angélica voz cantaba himnos a la divina Majestad.

Le grité ásperamente de haberse hecho esperar tanto mientras yo estaba pidiéndole su ayuda.

Para castigarle, no quería mirarlo a la cara, quería alejarme y huir de él, pero el pobrecito vino a mi encuentro casi llorando, me agarró para que lo mirara y lo vi todo apenado.

Me dijo: “Estoy siempre a tu lado. Estaré siempre junto a ti con amor. Mi afecto por ti no desaparecerá ni con tu muerte.

Sé que tu corazón generoso late siempre por nuestro común Amado”. ¡Pobre angelito! Él es demasiado bueno. ¿Conseguirá hacerme conocer el grave deber de la gratitud?

Ángel  Predicador

Con frecuencia, cuando el ángel se le aparecía, le daba consejos espirituales o pequeñas prédicas para afianzarlo en la fe.
.
Y en la seguridad de que, por más sufrimientos que debiera padecer, nunca el Señor lo iba a abandonar.
.
El ángel estaba siempre a su lado, aunque a veces no intervenía por voluntad de Dios, para darle oportunidad de triunfar con la gracia de Dios.

Veamos algunos de sus consejos espirituales. 

En carta del 18 de enero de 1913 le escribe al padre Agustín:

Jesús, a la prueba de temores espirituales, une la larga prueba del malestar físico, sirviéndose de los brutos cosacos…

Me quejé a mi ángel y él, después de haberme dado una pequeña prédica, me dijo: “Agradece a Jesús que te ha escogido para seguirlo de cerca en la senda del Calvario.

Yo veo con alegría esta conducta de Jesús hacia ti. ¿Crees que estaría tan contento, si no te viese tan golpeado? Yo, que deseo tu progreso, gozo de verte en este estado.

Jesús permite los asaltos del demonio, porque quiere que te asemejes a Él en las angustias del desierto y de la cruz.

Tú, defiéndete, aleja de ti las malignas insinuaciones y, donde tus fuerzas no alcancen, no te aflijas, amado de mi corazón, pues yo estoy a tu lado”. Oh, padre mío, ¿qué he hecho yo para merecer tanta amabilidad de mi angelito?.

Mándame  tu  Ángel

El padre Pío recomendaba a sus hijos espirituales que, en caso de dificultad, le enviaran a su ángel para pedir por sus necesidades y él les ayudaría.

El padre Alessio Parente declaró:

Cuando confesaba, les decía a los penitentes que, si no podían venir a verlo, le mandaran su ángel.

Un día estaba en la terraza con él. Le pedí consejo para una persona y me respondió: “Déjame en paz, ¿no ves que estoy ocupado?”.

Yo me callé, pero lo veía rezar el rosario y no me parecía demasiada ocupación. Pero él añadió: “¿No has visto todos estos ángeles custodios de mis hijos espirituales, que van y vienen?”.

Yo le respondí: “No los he visto, pero lo creo porque usted cada día les repite a sus hijos que se los manden”.

El mismo padre Alessio nos refiere otro caso:

Una tarde, después de haberlo ayudado a acostarse, me senté en el sillón, esperando que llegara el padre Pellegrino a cuidarlo.

Mientras estaba esperando, sentía que el padre Pío rezaba el rosario y, a veces, interrumpía el rezo y decía frases como:

“Dile que rezaré por él. Dile que intensificaré mis plegarias para obtener su salvación. Dile que llamaré al Corazón de Jesús para conseguir esa gracia. Dile que la Virgen no le negará esa gracia”.

El padre Pierino Galeone, refiere que en 1947 estuvo 20 días en san Giovanni Rotondo.

Las personas, viéndome siempre cerca del padre Pío, me pedían encomendarle sus penas: la suerte de familiares desaparecidos en Rusia, la curación de un hijo, la solución de sus problemas, encontrar trabajo, etc.

El padre siempre me respondía con dulzura y amor. Un día me dijo:

Cuando tengas necesidad de algo, mándame tu ángel y yo te responderé.

Una mañana una mamá se me acercó llorando, antes de la misa, para recomendarme a su hijo.

El padre ya había subido al altar y yo no me atreví a hablarle, así que, conmovido, como me había aconsejado, le mandé a mi ángel para encomendarle el hijo de aquella madre.

Terminada la misa, me acerco al padre Pío y le encomiendo al joven. Y él me responde: “Hijo mío, ya me lo has dicho”.

Entendí entonces que mi ángel custodio le había advertido oportunamente y el padre Pío había orado por él.

Ángeles y esferas

La señora Pía Garella manifestó que en 1945, poco después de terminada la guerra, el 20 de setiembre, se hallaba en el campo a unos kilómetros de Turín.

Y deseó enviarle al padre Pío un telegrama de felicitación por el aniversario de sus llagas, pero no encontró a nadie que se lo pudiese enviar por estar en el campo.

De pronto, se acordó de la recomendación del padre Pío: Cuando tengas necesidad, mándame a tu ángel…

Entonces, se recogió unos momentos y le pidió a su ángel que le diera personalmente la felicitación.

A los pocos días, recibía una carta de una amiga de san Giovanni Rotondo, Rosinella Placentino, en la que le informaba que el padre Pío le había dicho: Escribe a la señora Garella y dile que le doy las gracias por la felicitación espiritual que me ha mandado.

El abogado Adolfo Affatato manifestó que, mientras estudiaba en Nápoles, iba frecuentemente a San Giovanni Rotondo a ver al padre Pío como padre espiritual.

Un día me dijo:

Si alguna vez no puedes venir, no te preocupes, basta que vayas a una iglesia donde está el Santísimo sacramento y me envíes a tu ángel custodio.

Un día, mientras iba a dar el examen de Derecho privado, entré a una iglesia que estaba en mi camino.

Salí muy bien del examen y, cuando fui a visitar al padre Pío para darle las gracias, me dijo: “Te había dicho que en los momentos de dificultad me enviases a tu ángel, pero bastaba una sola vez”.

Ana Benvenuto refiere en el Proceso que, estando en Foggia, una mañana hubo un bombardeo terrible. El esposo de su hermana era médico y trabajaba en el hospital. Dice:

“Yo le rogué a mi ángel que fuera a decirle al padre Pío que ayudara a mi cuñado para que no le pasara nada malo”.

Por la tarde, llegó mi cuñado y nos dijo que se había salvado de milagro. Había sentido una fuerza misteriosa que lo obligaba a salir de un refugio a otro y eso ocurrió hasta cuatro veces.

Al día siguiente, nos fuimos a san Giovanni Rotondo para agradecerle la ayuda al padre Pío. Después de confesarme con él, le pregunté: “Padre, cuando estoy lejos y tengo necesidad urgente, ¿cómo puedo hacer?”

Me respondió:

¿Qué hiciste ayer por la mañana?

Padre, ¿entonces vino mi ángel a visitarlo?

¿Qué crees que el ángel es tan desobediente como tú?

Desde entonces, siempre he creído en el ángel custodio.

Otro día me dijo: Son tantos los que me mandan a su ángel a pedir ayuda que, si debiera escuchar los agradecimientos de todos, estaría fresco.

Una hija espiritual del padre Pío fue un día al convento para hablar con él, pero el padre Pío le mandó a decir que no podía ni quería recibirla. Ella dice:

Me sentí dolida por ese trato inhumano y, mientras regresaba a casa, le dije a mi ángel: “Mañana no asistiré a misa ni comulgaré. Vete y díselo al padre”.

En la tarde, antes de anochecer, me envió una persona a decirme: “Dile que mañana no comulgue”.

Al día siguiente, me acerqué al convento con Lucietta Fiorentino, y el padre, desde una ventana, me dijo: “Bravo, el ángel custodio es tu empleado, lo has enviado para decirme todas tus rabietas.

Señorita Lucietta, ¿sabes qué ha hecho esta señorita? Se propuso no venir a misa ni comulgar y le ha mandado a su ángel para decírmelo”. Yo exclamé:

Padre, ¿ha venido a decírselo?

Claro, no es desobediente como tú, seguro que ha venido.

Ángel  Viajero

El ángel del padre Pío debía ir muchas veces en su nombre a visitar enfermos o convertir pecadores.
.
Lo tenía siempre ocupado en hacer obras de bien, no sólo a los de cerca, sino también a personas lejanas.

El padre Gabriel Bove declara:

Para mí era sorprendente lo que decía la gente de que el padre Pío tenía mucha familiaridad con su ángel custodio y le pedía que fuera durante la noche a confortar a los enfermos y socorrer a los pecadores.

Esto me lo confirmó el mismo padre.

Un día de verano de 1956, después de bendecir a los fieles, salía el padre Pío de la iglesia muy fatigado. Aquel día parecía que estaba más cansado que de ordinario.

Caminaba apoyado del brazo del padre Giambattista y se parecía a san Francisco estigmatizado bajando del monte. Yo lo tomé del otro brazo, preguntándole: “Padre, ¿está muy cansado?”

Sí, hijo mío, estoy aplastado por tanto calor.

Esta noche descansará. Además pediremos a su ángel custodio que venga a aliviarlo.

Detuvo el paso y con fuerte voz me gritó: “Pero ¿qué dices? Debe ir de viaje”. Era eso precisamente lo que yo quería saber. Disimulando mi sorpresa, le respondí:

¿Qué? ¿Su ángel debe viajar?

Cierto.

Entonces, le dije: Padre, si su ángel debe viajar para confortar a los enfermos y socorrer a los pecadores, permita que nuestros dos ángeles, al menos tomen su puesto.

No, que cada uno de sus ángeles esté con su protegido. Y, sonriendo, añadió: ¿Y si estos ángeles se ponen celosos?.

Arcángel Miguel

Otros  Servicios

El ángel del padre Pío le ayudaba en todas sus necesidades. Por la mañana lo despertaba.

Así le dice al padre Agustín en una carta del 14 de octubre de 1912:

Por la noche me duermo con una sonrisa de felicidad…, esperando que el pequeño compañero de mi infancia venga a despertarme para cantar las alabanzas matutinas al Amado de nuestros corazones.

Y no sólo rezaba y cantaba con él las alabanzas del Señor en el coro, también le comunicaba los pecados o cosas ocultas de sus visitantes, aunque en ocasiones lo hacían los mismos ángeles de sus penitentes.

María Pompilio declaró:

Una mañana el padre Pío, viéndome en la sacristía, me llamó y me dijo una acción mala que había cometido, ofendiendo al Señor.

Yo no supe qué responderle y no podía negarlo. Le pregunté cómo lo sabía, pero un día, tanto le importuné que, al final, me dijo con voz baja: “Ha sido tu ángel custodio”.

Cuando estuvo de sacerdote joven en su pueblo de Pietrelcina, su ángel le guardaba la casa. Por eso, la gente del pueblo decía que tenía poco cuidado en cerrar la puerta de su casa. Les decía: Tengo un ángel que me la cuida.

A sus hijos espirituales los despedía diciendo: El ángel del Señor te acompañe, te guíe y te proteja durante el viaje. Les recomendaba que se cuidaran de no cometer pecados en su presencia.

Ana Benvenuto certifica que un día fue a dar un paseo con una vecina, quien sintió varias veces el perfume del padre Pío.

Ella se sintió mal por no haberlo sentido y, al día siguiente, fue al convento a confesarse. El padre Pío, de inmediato, le preguntó:

Ana, ¿llevas medias? Le dije: “Sí, padre”. “Pero ayer por la tarde, ¿por qué ibas sin medias?”.

Traté de excusarme por el mucho calor, pero el padre me respondió: “Aunque hubieras estado sola, debías haber ido con medias.

Acuérdate que somos espectáculo para el ángel custodio y no debemos entristecerlo”.

Un día el papá del padre Pío se cayó por las escaleras de la casa de María Pyle y no se hizo nada, porque su ángel lo cuidó.

El suceso ocurrió en los primeros meses de 1946. Cuando su papá se lo refirió, el padre Pío le dijo:

Agradece a tu ángel custodio que te ha puesto un almohadón en cada grada para que no te hagas daño.

Ángel  Acólito

Los ángeles nos acompañan cuando estamos en la iglesia y ayudan al sacerdote para evitar profanaciones de la Eucaristía por descuido.

El padre Alessio Parente relata:

Una mañana, al dar la comunión, se terminaron las hostias de mi copón. Cuando lo estaba purificando, del lado derecho de mi espalda, vi una hostia que, como una flecha, fue a meterse en el copón.

Después de las confesiones, fui a la celda del padre Pío y le conté el hecho. Y el padre, en tono severo, me dijo: “Agradece a tu ángel custodio que no te ha hecho caer a tierra a Jesús. Aprende que la comunión se distribuye con amor y reverencia”.

Otro día un religioso le presentó esta cuestión al padre Pío:

Padre, nuestros ojos no ven bien los pequeños fragmentos de hostia consagrada que se caen al distribuir la comunión.

El padre respondió: “¿Qué crees que hacen los ángeles en torno al altar?”.

Todos entendieron que los ángeles están listos para intervenir y recoger los pedacitos y llevarlos al copón.

Ángeles  Cantores

Es sabido que los ángeles cantan bien como aquellos ángeles de la noche de Navidad que cantaban: Gloria a Dios en el cielo.
.
En la misa están presentes todos los ángeles como en el cielo, pues la misa es el cielo en la tierra.
.
Y se unen al sacerdote cantando, especialmente en el momento del Gloria y del Santo.
.
Ofreciendo las buenas obras de los asistentes en el momento de las ofrendas y acompañando a los presentes en el momento de ir a comulgar.

Una noche, en el convento de san Giovanni Rotondo, los religiosos sintieron una música extraña en la iglesia sin poder explicarse el porqué, pues en aquel momento nadie estaba en la iglesia.

Fueron a preguntarle al padre Pío y respondió:

¿De qué se maravillan? Son las voces de los ángeles que llevan las almas del purgatorio al paraíso.

¡Cuántas veces cantarán los ángeles, cuando sus protegidos van al cielo desde el purgatorio! Y ¡cuántas veces cantarán mientras están por millones adorando a Jesús sacramentado en todos los sagrarios del mundo!

No olvidemos que los ángeles rezan por sus protegidos y podemos enviarlos a visitar a nuestros familiares cercanos o lejanos, incluso hasta el purgatorio, para que los saluden de nuestra parte y les lleven nuestras bendiciones y obras buenas por ellos.

Los ángeles se entristecen al ver nuestros pecados y se alegran y se ríen con nosotros al ver nuestras buenas obras.

El padre Agustín nos cuenta lo que decía el padre Pío en uno de sus éxtasis del 29 de noviembre de 1911:

Ángel de Dios, ángel mío, ¿no estás tú a mi lado para mi custodia? Dios te ha encomendado que me cuides. Debes estar junto a mí…

¿Y te ríes? ¿Qué te hace reír? Dime, ¿quién estaba ayer por la mañana aquí presente? ¿Y te pones a reír de nuevo? ¿Un ángel que se pone a reír? Dímelo, porque no te dejaré hasta que no me lo hayas dicho.

El  Perro  Guardián

Es conocida la historia de San Juan Bosco, a quien se le apareció por espacio de 30 años un perro, a quien llamaba Gris, y que le protegía de los peligros, cuando sus enemigos querían matarlo.
.
Pues bien, un día el padre Pío envió a su ángel a salvar a un ingeniero que estaba en peligro de muerte y lo hizo su ángel bajo la figura de un perro.

El general Tarsicio Quarti declaró el 30 de junio de 1943 lo que le contó un joven ingeniero:

Había bajado en la estación de San Severo y, al no encontrar medios de comunicación, se dirigía a pie hacia San Marco in Lamis.

Estando en pleno campo se le acercaron unos campesinos con aire amenazante con horcas y palas.

Aquellos días estaba la gente alterada, porque habían caído varios paracaidistas ingleses y lo confundieron con uno de ellos, que había escondido su paracaídas muy cerca del lugar.

Pero él se puso a rezar, viendo que se acercaban hacia él y, de pronto, apareció un perro feroz, amenazando a los campesinos que, espantados, desistieron de seguirlo.

Pudo a la mañana siguiente llegar a san Giovanni Rotondo. Cuando lo vio el padre Pío, le dijo de inmediato: “La hubieras pasado mal si no te hubiese enviado a mi ángel custodio”.

Fuentes:

http://www.ecatolico.com/librospap/55_amigo_angel_guarda_padre_angel_pena_libro_catolico.htm

https://www.opusangelorum.org/English/Padrepio.html