Primero es importante tener en claro que Dios no quiere que ninguno de sus hijos se pierda, aunque hayan hecho las cosas más despreciables y aberrantes, como es el caso del dictador Stalin.
Dios nos da una última oportunidad, antes de que comparezcamos ante Él en el juicio particular luego de la muerte.
No tenemos información precisa sobre cómo sucede o cómo se presenta esa última oportunidad para arrepentirnos de nuestros pecados.
En el caso del líder comunista tenemos el testimonio de una mística italiana y su guía espiritual, un Monseñor, de cómo fue la última oportunidad de conversión que Dios le dio a Iosef Stalin.
Aquí hablaremos sobre cómo intervino la mística italiana María Teresa Carloni para que Dios le diera la última oportunidad a Stalin, y cuál habría sido el resultado de este ofrecimiento al dictador soviético.
Junto con el Führer y Mao, Stalin forma parte de los mayores genocidas de la historia de la humanidad.
Iosef Stalin fue Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1922 a 1952.
Y la cantidad de personas sobre las que gobernó y los sufrimientos que luego produjo durante la guerra fría al resto del mundo, lo convierten en el candidato al podio de los genocidas.
El genocidio directo, producido por él, se ha calculado en más 36 millones de personas.
Aunque Alexánder Solzhenitsyn en su libro «Archipiélago Gulag», maneja la cifra de 66.7 millones de víctimas del régimen soviético entre 1917 y 1959.
Solamente la hambruna provocada en el pueblo ucraniano,
conocido como el genocidio de Holodomor, entre 1932 y 1933, se estima entre 7 a
10 millones de personas.
Este sucesor de Lenin realizó purgas de sus propios compatriotas que nos hacen estremecer. E instauró un régimen de terror espantoso que alcanzó a su propia familia
Y si bien las grandes masas comunistas lo adoraban como a un dios, ninguno de los que lo rodeaban era ajeno al terror que inspiraba, por sus constantes purgas.
Su propia hija Svetlana, que luego se haría católica, decía de él:
«Mi padre estaba poseído por un terrible demonio. Él consideraba a la bondad y la misericordia peores que un gran delito».
Y recordemos que Stalin había sido seminarista en su juventud y conocía bien la biblia y el cristianismo.
Pero los exorcistas Gabriele Amorth y Antonio Fortea pensaban que tanto el Führer como Stalin estaban poseídos por el demonio.
Aunque también afirmaban que no era una posesión de las que un exorcismo podía librarlos fácilmente.
En la mayoría de las posesiones el maligno se apodera del cuerpo de la víctima, pero no puede tocar su alma ni su conciencia.
Y en muchos casos la persona hasta puede confesarse y comulgar, puesto que su alma está libre de culpa en lo que respecta a su libre voluntad.
Sin embargo estos dos malignos líderes políticos no actuaban como víctimas de una posesión, sino que de muy buen grado hacían suyas las maldades del demonio.
Su libre albedrío no era vulnerado por satanás, porque ellos
realizaban los actos homicidas usando su libre voluntad, y se complacían al
hacerlo.
Pero Dios quiere salvar a todos y siempre les da una última oportunidad aunque hayan realizado los pecados más atroces.
Y lo hizo con Iosef Stalin a través de la venerable María
Teresa Carloni, una mística italiana que tiene abierta su causa de
beatificación.
Ella es poco conocida en occidente porque su gran actividad la realizó detrás de la cortina de hierro, bilocándose para ayudar a los obispos y sacerdotes perseguidos, llevando información a los sucesivos papas, desde Pio XII a Juan Pablo II, sobre lo que veía en esas bilocaciones y asumiendo el sufrimiento de obispos y sacerdotes en su cuerpo para que pudieran seguir la misión.
Había nacido en el seno de una familia rica, aristocrática y católica, pero conoció a algunos sacerdotes y religiosas que no llevaban una vida edificante y se alejó de la Iglesia.
Estudió enfermería y en la segunda guerra mundial trabajó como enfermera para la Soberana Orden de Malta en Roma y el ejército le otorgó la Medalla de Plata al Valor.
Y en un bombardeo a Roma ayudando a los heridos trabajó codo a codo con un sacerdote vestido de blanco, no lo reconoció, era Pio XII.
Pero el Papa la reconocería luego en una visita a un hospital de heridos, y la conversación mantenida ahí despertó de nuevo la religiosidad en ella.
Cuando ella tenía 32 años su abuela estaba muriendo, hizo una cita con el párroco de la Iglesia de San Francisco en Urbino, el Padre Cristóforo Campana, que sería luego Monseñor, quien la confesó y aceptó ser su director espiritual por lo que terminó volviendo a la Iglesia.
En una cuarentena por una epidemia sintió una voz que le hablaba, que luego se identificó como Jesús.
Se lo contó al Padre Campana quien le aconsejó que no le prestara atención, pero como la voz siguió, el padre Campana comenzó a estudiar a los místicos y pedía estar cerca cuando oyera esa voz.
Cuando el Padre Campana estaba presente en los mensajes, María Teresa le relataba lo que la voz le estaba diciendo, aunque después no recordaría lo que le decía.
Y un viernes Jesús le habló a Campana por intermedio de María Teresa y le dijo,
«Quiero repetir mi Pasión en esta criatura. Tú, siendo su padre espiritual, puedes aceptar o rechazar que esto suceda, porque eres la autoridad que Me representa, pero debes saber que esta es Mi voluntad».
Campana le preguntó a María Teresa si estaba de acuerdo, dijo que sí y entonces dio el permiso para que recibiera los estigmas de Cristo.
Le anunció que sería el próximo viernes y recibió los dolores de la pasión de Jesucristo en la presencia del Padre Campana, quien lloraba de rodillas por los dolores de la estigmatizada.
Y más adelante Jesús le pediría permiso a Campana para unirse a los sufrimientos de Cristo, para la conversión de los pecadores, María Teresa aceptó y el padre Campana dio el permiso.
Un viernes, cuando María Teresa estaba sufriendo la Pasión de Jesús en su cuerpo, Jesús le informó al padre Campana de la muerte de Ivana Pushkin. Que era la bisnieta de Alexander Pushkin, considerado el padre de la literatura contemporánea rusa.
Era católica y participaba activamente en el movimiento clandestino de la Iglesia.
Y se había ofrecido como víctima por la salvación de Rusia, pero había excluido deliberadamente la salvación de Stalin, debido a los horrendos crímenes que había cometido.
Y entonces Jesús le pidió al padre Campana que le preguntara a María Teresa, si quería tomar el lugar de esta víctima para la salvación de Rusia y los demás países regidos por la doctrina del materialismo ateo.
Y María Teresa respondió:
«Si el Señor lo quiere y me da la fuerza necesaria, acepto».
Y con esta aceptación aumentaron sus sufrimientos espirituales y físicos, y también los ataques demoníacos.
A principios de marzo de 1953 Stalin estaba muy enfermo y se estaba muriendo.
El viernes siguiente Jesús le dijo al padre Campana,
«Ahora, te voy a pedir algo, si me lo permites y esta criatura está de acuerdo.
Antes de que muera Stalin, quiero darle la posibilidad de salvarse, como hago con todas las almas redimidas, a pesar de sus crímenes.
Si ustedes dos aceptan, les pido que ofrezcan estas tres horas por el alma de Stalin. Pero no os alarméis por los sufrimientos que sufrirá esta criatura».
María Teresa aceptó esto y sufrió terriblemente durante tres horas.
El padre Campana que estaba con ella, no paraba de llorar y decir «Basta».
Y después de las tres horas, todo volvió a la normalidad.
María Teresa nunca supo cuál fue el resultado del sufrimiento que padeció por la conversión de Stalin.
Pero parece, sin embargo, que Stalin no se benefició de la gracia que Jesús le ofreció en el momento de su muerte.
Porque a la beata Elena Aiello, otra mística italiana, se le concedió una visión del infierno en la que vio el alma de Stalin y un lugar para sus seguidores.
Lo que confirma la opinión de los exorcistas Amorth y Fortea de que Stalin había aceptado de buen grado la compañía del demonio.
Después de la muerte de Stalin, continuó la persecución de la Iglesia en los países comunistas, los sufrimientos de María Teresa aumentaron y comenzaron nuevos fenómenos místicos.
María Teresa se bilocaba para asistir y consolar a sacerdotes y obispos que estaban en la resistencia contra la Unión Soviética y trasladaba esa información a los Papas.
Quienes a su vez le pedían misiones especiales para llevarle mensajes a tal o cual obispo.
Y también ella asumiría los sufrimientos que ellos tenían para que pudieran seguir con su misión.
En resumen, Dios da siempre una última oportunidad de salvarse a todos, aunque hayan cometido terribles pecados.
Le pidió a la mística María Teresa Carloni si estaba dispuesta a sufrir por la conversión de Iosef Stalin y aceptó.
Pero Stalin no aceptó el ofrecimiento de Jesucristo, haciendo uso de su libre albedrío. Ya que luego se le mostraría a la mística Elena Aiello que él estaba en el infierno. Hecho que fue confirmando por lo que dijeron famosos exorcistas de que Stalin estaba poseído de buena gana por el demonio.
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