Seguramente tu como yo estamos pasando por luchas y dolores en
muchos frentes. De hecho, todo el mundo que realmente nos importa está
experimentando luchas similares.
Porque ha descubierto la forma de no angustiarse. Y los cristianos
pueden hacerlo con más facilidad que los demás si siguen a San Pablo.
Decir que no queremos esos dolores no significa nada.
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Porque si Dios permite nuestro sufrimiento, el decir solamente que
no queremos el sufrimiento, no hará más que empeorar las cosas.
Hay que posicionarse de una manera inteligente.
En primer lugar deberemos identificar cual es la intención de Dios
respecto a los que nos pasa.
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Luego pedir a Dios para que ceda el dolor.
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Y si no cede, comprender cuál es la manera de adaptarse.
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Y entender el camino inmediato que Dios ha puesto delante de
nosotros.
San Pablo es quien ha tratado mejor el tema del dolor y el
sufrimiento en las escrituras.
Y podemos encontrar varias formas que nos recomienda para terminar
con la angustia y alcanzar un estado de felicidad.
ESTAMOS EN UN VALLE DE LÁGRIMAS Y DE TINIEBLAS PERMANENTES
A veces pensamos erróneamente que tales experiencias de angustia y
dolor son únicas a nuestras circunstancias.
La verdad es que la vida nos presenta retos y dolor.
El fracaso, el sufrimiento y las penurias son una parte del
programa.
Quizás en algún momento pensamos que estas luchas podrían
disminuir, pero a medida que crecemos en la fe aprendemos a vivirlas con más
madurez.
Al leer la vida de los grandes héroes de nuestra fe, nos damos
cuenta de que estamos equivocados.
Los que estaban más cerca del Señor parecen luchar y sufrir aún
más.
Lo que es diferente en la vida de un cristiano no es que esa
lucha, el fracaso, el dolor y la dificultad desaparece, sino que nosotros
cambiamos.
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De hecho, a menudo esos dolores se convierten en instrumentos de
dicho cambio.
Los cristianos no se enfrentan a la lucha, o enfocan el
sufrimiento de la misma forma que los que todavía no han recibido el don de la
fe viva.
La fe viva nos da nuevas gafas para ver toda nuestra vida de
manera diferente, debido a quién es Jesús, y a que nos estamos convirtiendo en
él.
Sin embargo, eso requiere que cooperemos con las invitaciones de
la gracia que están presentes en todo momento, incluso cuando parecen estar
ocultas.
EL EJEMPLO DE SAN PABLO
San Pablo era un hombre extraordinario y un cristiano
extraordinario.
Un apóstol “fuera del curso ordinario”, que logró grandes cosas
para el Señor cuando él ansiosamente respondió a su llamado a construir la
Iglesia y a través de ella, ayudar a cambiar el mundo.
Un hombre tan profundamente cerca del Señor que tuvo experiencias
místicas que surgen de su vida interior, de su íntima comunión con Dios.
Ciertamente tenía una fuerte relación con el Señor y su vida de
oración era sólida.
Sin embargo, este gran apóstol sufrió mucho.
Él fue incomprendido y traicionado por hermanos.
Él experimentó dificultades emocionales, económicas y físicas
intensas.
Tenía muchas razones para llegar a estar amargado.
Pero No lo hizo.
Él llegó a ser mejor.
Ese es nuestro propio reto, en el que nos embarcamos, todos los
días, en este camino de fe llamado la vida cristiana.
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Nadie va a evitar dificultades, la lucha, el dolor y el aparente
fracaso en la vida.
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Quien diga lo contrario está deplorablemente mal informado en el
mejor de los casos, o abraza una enseñanza errante.
San Pablo compartió con los Filipenses la clave de su felicidad:
“Sé pasar privaciones y vivir en la abundancia.
Estoy entrenado para todo y en todo momento: a estar satisfecho o
hambriento, en la abundancia o en la escasez”. (Filipenses 4:12).
En Corinto fue atacado por falsos maestros, llamados súper
apóstoles, que cuestionaron su autoridad apostólica y le minaron entre los
fieles.
El dio otra clave.
Al confrontar las afirmaciones de sus oponentes lo señaló como un
signo de su caminar con el Señor:
“¿Son hebreos? También yo lo soy. ¿Son israelitas? También yo.
¿Son descendientes de Abrahán? También yo. ¿Son ministros de Cristo?
Empiezo a hablar como un necio: yo lo soy más que ellos.
Más por mis numerosas fatigas, más por el tiempo pasado en cárcel,
mucho más por los golpes recibidos, y muchas veces me encontré en peligro de
muerte.
Cinco veces fui condenado por los judíos a los treinta y nueve
azotes; tres veces fui apaleado; una vez fui apedreado; tres veces naufragué; y
una vez pasé un día y una noche perdido en alta mar.
Viajes frecuentes; peligrosos de ríos; peligros de bandidos;
peligros por parte de mis compatriotas; peligros por parte de los paganos;
peligros en la ciudad; peligros en lugares despoblados; peligros en el mar;
peligros entre falsos hermanos.
Trabajos y agotamiento, con noches sin dormir, con hambre y sed,
con muchos días sin comer, con frío y sin abrigo.
Además de estas y otras cosas, pesa sobre mí la preocupación por
todas las Iglesias.
¿Quién vacila que yo no vacile con él? ¿Quién se viene abajo sin
que un fuego me devore?”. (2 Corintios 11: 22-29)
Debido a su estrecha comunión con Jesucristo, el Resucitado que le
había llamado en el desierto, Pablo cultivó una fuerza interior que hizo
posible que él caminara a través del dolor, incluso abrazara el dolor.
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Consideró el fracaso como un camino a la Cruz, donde
encontró consuelo en el costado herido de Jesús el Salvador.
Esta es la clase de fuerza que sólo viene de vivir una vida
totalmente entregada, una vida de discipulado.
El Señor que lo llamó le había cambiado en ese encuentro.
El cambio continuó cuando Pablo caminó por la fe viva. Se llama
conversión.
Esto es reflejado, como suele ser el caso en los relatos bíblicos
de llamamientos vocacionales, con el cambio de su nombre de Saulo a Pablo.
Pero este cambio, la conversión continua que viene cooperando con
la gracia, continuó cuando Pablo aprendió a vaciarse de modo que pudiera ser
llenado con Dios.
Para nosotros, que no somos Pablo, ante situaciones
dolorosas, siempre es bueno identificar qué es lo que quiere concretamente
Dios con cada sufrimiento nuestro.
¿CUÁL ES LA VOLUNTAD DE DIOS RESPECTO AL SUFRIMIENTO?
El sufrimiento, de un tipo u otro, es nuestro compañero constante
en el viaje a través de este mundo caído.
Pero la angustia que conlleva la podemos encausar o no.
Dios ha revelado que el sufrimiento no era parte de su plan
original, sino más bien era la consecuencia del pecado original, que destrozó
la armonía de la creación.
Su voluntad indicativa a nuestros primeros padres en el Jardín del
Edén que no debían comer “del árbol de la ciencia del bien y del mal” (ver Génesis
2:17). Y ellos desobedecieron.
La naturaleza humana cayó; la creación cayó; el mal alcanzó un
cierto predominio en la condición humana, dando lugar a “La miseria abrumadora que oprime a los hombres y su inclinación
hacia el mal y la muerte”.
Dios no deseaba que Adán y Eva se rebelaran en contra de su plan,
pero Él les permite hacerlo.
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Del mismo modo, a lo largo de la historia humana, Dios no quiere
que el mal suceda (y su consecuencia, el sufrimiento), pero él lo permite.
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Desde luego, Él explícitamente no quiso el Holocausto, por
ejemplo, pero por otro lado, lo ha permitido.
¿POR QUÉ DIOS PERMITE EL MAL?
La pregunta de por qué Dios permite algunos males y el sufrimiento
que viene de él, incluso el sufrimiento de los inocentes, es una pregunta muy
difícil de contestar.
Sólo la fe cristiana en su conjunto da una respuesta satisfactoria
a la misma, una respuesta que sólo puede penetrar en nuestros corazones y
mentes a través de la oración, el estudio y la ayuda de la gracia de Dios.
La respuesta corta de San Agustín es digna de mención.
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Escribió que si Dios permite que el mal nos afecte, es sólo porque
él sabe que puede utilizarlo para lograr un bien mayor.
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Y esto es lo que ya vimos.
Puede que no veamos el bien de inmediato; es posible que no lo
veamos en absoluto durante nuestra jornada terrenal.
Pero la resurrección de Cristo es la promesa de que la
omnipotencia y sabiduría de Dios nunca son superadas por los aparentes triunfos
del mal y del sufrimiento.
Tú puedes conocer la voluntad de Dios en tu vida a través de los
mandamientos y las responsabilidades de tu vocación.
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Y por medio de las circunstancias fuera de tu control que Dios
permite.
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El sufrimiento físico es típicamente una circunstancia que está
fuera de su control.
ORAR, ACEPTAR LA RESPUESTA DE DIOS Y VIVIR CON EL MISTERIO
En primer lugar, rezar para ser libres del sufrimiento está bien.
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Es una de las respuestas fructíferas al sufrimiento, porque a
través de la oración ejercitamos nuestra fe, esperanza y amor por Dios, junto
con las preciosas virtudes de la humildad y la perseverancia.
Jesús oró por la liberación en Getsemaní.
San Pablo oró para ser librado del aguijón en la carne (2
Corintios 12: 7).
Pero esta oración de petición siempre debe ser ofrecida con una
condición: “Señor, déjame ser sanado de esta aflicción, si es tu voluntad”.
Tenemos que confiar en que si su respuesta a nuestra oración es no, esa respuesta fluye de su infinito amor y sabiduría, especialmente aunque no nos
guste .
En segundo lugar, siempre y cuando Dios no te haya salvado, ya sea
a través de un milagro o por los pasos naturales prudentes que has tomado
(atención médica, por ejemplo), sabemos que Él todavía está permitiendo tu
sufrimiento.
En ese sentido, es su voluntad permisiva para ti que continúes
teniendo esta cruz.
Así que, por ahora, esto es parte de la voluntad de Dios para ti.
Incluso en medio de nuestros sufrimientos, debemos esforzarnos por
recordar que, siguiendo los mandamientos y cumpliendo con las responsabilidades
de nuestro estado de vida, estamos glorificando a Dios, en la construcción de
su reino, y siguiendo a Cristo.
Debemos tratar de evitar que nuestras cruces nos oscurezcan la
imagen integral de nuestro discipulado cristiano.
El que incluye la continua participación en los sacramentos, la
oración, y amar a los demás como Dios nos ha amado.
En tercer lugar, no siempre es fácil saber cuándo dejar de orar
por una petición particular.
En el Evangelio, Jesús nos exhorta siempre a “orar sin
desfallecer”.
E incluso nos dice un par de parábolas para ilustrar el punto
(Lucas 11 y 18).
También promete: “Pedid, y se os dará”.
Y, sin embargo, San Pablo tuvo la experiencia de pedir que la
espina en su carne fuera eliminada, en repetidas ocasiones, y Dios no le dio lo
que pedía. Hay un misterio aquí.
Ya vimos que San Agustín explica que Dios a veces se abstiene de
darnos la cosa específica que pedimos porque quiere darnos algo mejor; quiere
responder a un deseo más profundo del cual fluye la petición específica.
Y ALGO MÁS
San Pablo seguía pidiendo que el aguijón en su carne fuera
eliminado, hasta que recibió esta respuesta de Dios:
“Te basta mi gracia; mi mayor fuerza se manifiesta en la
debilidad”.
Con esa respuesta, Pablo ya no sentía la necesidad de pedir la
curación.
Mientras sientas en tu corazón el deseo de ser sanado de su
aflicción, continuarás haciendo tu petición al Señor.
Pero a fin de evitar obsesionarte o ser confundido por la
situación dolorosa y la respuesta misteriosa de Dios, tal vez sería útil hacer tu petición en la forma de una devoción establecida.
Por ejemplo, puedes pedir por esta intención en la devoción de los
Nueve Primeros Viernes.
O podrías hacer una novena a San Pío de Pietrelcina o a Nuestra
Señora del Buen Remedio durante los primeros nueve días de cada mes.
Circunscribiendo tu petición para la curación dentro de una
devoción establecida de algún tipo, puedes estar en paz que estás haciendo tu
parte (perseverando y sin desanimarte).
Mientras que no dejas que tu lucha moleste o domine todos los
demás aspectos de tu discipulado cristiano.
Pero esto debemos considerarlo en el marco que en nuestra vida
diaria nosotros sufriremos, seremos incomprendidos, traicionados por los
amigos, incluso naufragaremos – al menos en sentido figurado.
Vamos a experimentar la inestabilidad que acompaña a las luchas de
la vida humana cotidiana.
San Pablo nos muestra la manera de elegir el camino del
discipulado.
Pero la diferencia entre los cristianos verdaderos y los no
cristianos es como lidian con sufrimiento, el dolor y la angustia.
San Pablo nos presenta un plan de cinco pasos prácticos para
tratar con nuestra angustia en situaciones difíciles.
(Continuar leyendo en el siguiente link sobre los 5 pasos de San Pablo)
Fuentes:
https://forosdelavirgen.org/81036/cual-es-la-voluntad-de-dios-respecto-al-sufrimiento-14-08-21/
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