9 FORMAS DE ORAR BASADO EN LA ORACIÓN DE SANTO DOMINGO

La Virgen María entregando el rosario a Santo Domingo

 

PRIMER MODO DE ORAR

El primer modo de oración es reverenciar a Cristo con todo nuestro cuerpo,  con todo nuestro ser. Para ello nos presentamos ante Jesús con el cuerpo erguido e inclinando la cabeza y mirándolo humildemente.

Reverenciamos a Dios cuando estamos frente al altar, porque el altar representa a Cristo, porque por Él y en Él se realiza el sacrificio redentor. En la mesa del altar Jesús anticipó su sacrificio.

También cuando pasamos delante del crucifijo, para que Cristo humillado hasta el extremos, nos vea humillado ante su majestad. Y de esta forma expresamos con nuestro cuerpo y actitud, que Jesucristo es el único Señor de nuestras vidas.

Esta reverencia y humildad en la oración se apoya en un fragmento del libro de Judit que dice: “Te ha agradado siempre la oración de los mansos y humildes” (Jdt 9, 16)

SEGUNDO MODO DE ORAR

Postrado completamente, con rostro en tierra. Reconociéndote pecador y pidiendo la compasión de Dios.

Santo Domingo se inspiró en el salmo: “Porque mi alma ha sido humillada hasta el polvo, y mi cuerpo pegado a la tierra” (Sal 43, 26).

TERCER MODO DE ORAR

Sufre y ora por todos los que sufren, prolongando en tu cuerpo la Pasión de Jesús.

“Tu disciplina me adiestró para el combate” (Sal 17, 35), “Misericordia, Dios mío” (Sal 50),

CUARTO MODO DE ORAR

Frente al crucifijo ofreciéndole nuestras vidas, todo lo que somos, lo que hacemos, la obra de nuestras manos. Nuestro trabajo, la familia, las personas que amamos, nuestros proyectos, nuestros sueños, la salud nuestra y de nuestros seres queridos. Incluso aquellos que ya no están con nosotros.

“Señor, si quieres, puedes curarme” (Mt. 8, 2). Y nosotros podemos agregarle "Señor, si quieres interviene en nuestras vidas".

QUINTO MODO DE ORAR

Con las manos y brazos abiertos y muy extendidos, a semejanza de la cruz, permaneciendo derecho en la medida en que sea posible. Identificándote con Cristo y abrazando a todos los hombres y mujeres con tu oración. Invocando a Dios en todo momento.

“Señor, Dios de mi salvación, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia;…Todo el día te estoy invocando, Señor, tendiendo las manos hacia ti” (Sal 87, 2-10)

SEXTO MODO DE ORAR

Orando con las manos elevadas sobre la cabeza, muy levantadas y unidas entre sí, o bien un poco separadas, como para recibir algo del cielo.

Pide a Dios por los dones del Espíritu Santo y la práctica de las bienaventuranzas para vos y todos tus seres queridos. Para quien conozcas y para los que nunca llegaras a conocer en esta vida. En definitiva para todo el mundo.

“Escucha mi voz suplicante cuando te pido auxilio, cuando alzo las manos hacia tu santuario” (Sal 27, 2).

SÉPTIMO MODO DE ORAR

Santo Domingo tenía otro modo de orar, hermoso, devoto y grato para él. 

Se iba pronto a estar solo en algún lugar, para leer u orar, permaneciendo consigo y con Dios. 

Se sentaba tranquilamente y, hecha la señal protectora de la cruz, abría ante sí algún libro. 

Leía y se llenaba su mente de dulzura, como si escuchara al Señor que le hablaba, según lo que se dice en el salmo: “Voy a escuchar lo que dice el Señor” (Sal 84, 9). 

A lo largo de esta lectura hecha en soledad, veneraba el libro, se inclinaba hacia él, y también lo besaba, en especial el Evangelio.

OCTAVO MODO DE ORAR

Habla de Dios y con Dios en todo momento.

Esperando el colectivo, cuando te vas de un lugar a otro, mientras estés comprando. Especialmente cuando estés en un lugar solitario.

Haz Oración de súplica, de alabanza, de acción de gracias, de petición, de contemplación.

Observaba este modo de orar al trasladarse de una región a otra, especialmente cuando se encontraba en lugares solitarios.

Está escrito en el libro de Oseas: “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón” (Os 2, 14).

NOVENO MODO DE ORAR

Esta forma de orar te lo dejo para tu reflexión. ¿Cómo hablarías con Dios? ¿Cómo te acercarías a La Virgen María?

Dejame tu respuesta en los comentarios


 



ORACIÓN A LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO DICTADO POR JESÚS DE ACUERDO A LAS VISIONES DE MARÍA VALTORTA

una rampa rota que va la cielo y abajo mucho fuego

Vamos hablar de:

.- ¿Quién era María Valtorta?

.- Qué es y en qué consiste el Purgatorio (explicado por Jesús)

.- Oración a las ánimas del purgatorio dictado por Jesús

¿QUIÉN ERA MARÍA VALTORTA?

María Valtorta, nació el 14 de marzo de 1897 en Caserta, una ciudad de importancia histórica del sur de Italia. Desde niña experimentó una fuerte atracción hacia la persona de Jesús, con el deseo de acompañarle en el dolor voluntariamente acogido y ofrecido generosamente , y todo por amor.

Ella transcurrió la mayor parte de su vida en el lecho de enferma, y así cumplió, de una manera realmente extraordinaria y admirable, su vocación de entrega amorosa incondicional. 

En varios cuadernos, sin ningún esquema previo y sin correcciones posteriores, llevó a cabo una producción literaria que ha sido publicada en quince volúmenes. Ellos llevan el título de Poema de  El Hombre Dios o El Evangelio como me ha sido revelado. 

En este Poema, María Valtorta relata las visiones que tuvo de la vida de Jesús, caminando junto a sus Apóstoles, junto a su Madre, predicando y realizando prodigios…. Nos encontramos con una verdadera maravilla de revelación privada en la que -sin embargo- no estamos obligados a creer, pero que, a decir de muchos de los que la han leído, sin duda enriquece el alma. 

María Valtorta nos narra, con sorprendentes y a la vez sencillos detalles, el nacimiento y la infancia de María y de su Hijo Jesús, los tres años de vida pública de Jesús, su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión, Pentecostés. Nos informa igualmente acerca del constituirse y del desarrollo de la Iglesia, de la presencia de María en ella, hasta el “misterio” de su Asunción. 

Cuanto más uno avanza en la lectura, más va sorprendiéndose. Se nos describen paisajes, ambientes, personas y acontecimientos, como si la que nos los relata, fuera una testigo ocular. Ella expone alegrías y dramas con el sentimiento de quien es realmente participe de ellos. 

Además, y esto sorprende aún más, ella explica circunstancias históricas, ritos, costumbres, características ambientales y culturales sagradas y profanas, con datos y detalles que asombran a los especialistas de las Sagradas Escrituras, como a los historiadores y geógrafos que se han dedicado al estudio de la época y del País de Jesús. 

Varios de tales expertos han expresado y han dejado testimonio del asombro que les ha causado la exactitud de las interpretaciones bíblicas y de las referencias históricas y geográficas que ofrece María Valtorta, que por cierto nunca salió de Italia. 

Hay dos de expertos de los más reconocidos que dijeron;

Uno es el conocido Card. A. Bea, rector del Pontificio instituto Bíblico de Roma, y perito en el Concilio Vaticano II, director espiritual de Pio XII, escribió: “He leído muchos de los libros escritos por María Valtorta… En cuanto a exégesis (interpretación bíblica), no encontré ningún error en las partes que examiné” 

Y el otro experto, el P. Dreyfus, de la Escuela de Biblia y Arqueología de Jerusalén, en 1986 escribió: “Me impresionó grandemente el encontrar en la obra de María Valtorta los nombres de 6 o 7 pueblos que no están nombrados ni en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo… Estos nombres sólo son conocidos por unos pocos especialistas y por medio de escritos que no pertenecen a la Biblia (…). ¿Cómo pudo ella saber esos nombres si no es por las revelaciones que ella dijo tener?”

Entonces, hay que reconocer que los amplios escritos de María Valtorta, son plenamente fiables, como lo comprueba el Nihil obstat, es decir, “Nada se opone” que en su momento, su obispo, Mons. Román Danilak, concedió para que sus escritos fueran publicados. El mismo declaraba que en ellos nada se oponía ni a las Sagradas Escrituras ni al Magisterio de la Iglesia.

QUÉ ES Y EN QUÉ CONSISTE EL PURGATORIO (explicado por Jesús)

el purgatorio


En 1943 Jesucristo se apareció a María Valtorta y le dio este mensaje revelador sobre el tema del Juicio y el Purgatorio.

Dice Jesucristo: 

Quiero explicarte qué es y en qué consiste el Purgatorio. 

Y te lo voy a explicar de forma que ha de chocar a tantos que se creen depositarios del conocimiento del más allá y no lo son… 

Las almas inmersas en aquellas llamas no sufren sino por el Amor.

No desmerecedoras de poseer la Luz, más tampoco dignas aún de entrar inmediatamente en el Reino de la Luz, ya que al presentarse ante Dios, son revestidas por dicha Luz..

Mueren en estado de gracia pero no han purificado totalmente su alma..

Pues no han pagado las penas que se acumulan en virtud de los pecados cometidos en la tierra..

En una breve y anticipada bienaventuranza que les certifica su salvación, les hace ver lo que será su eternidad y lo que hicieron a su alma privándola de años o de siglos de feliz posesión de Dios.

¿Qué es lo que quiere el Dios Uno y Trino para las almas creadas por Él? 

El Bien. 

El que quiere el Bien para una criatura, ¿qué sentimientos abriga hacia ella? Sentimientos de Amor. 

¿Cuáles son los mandamientos primero y segundo, los dos más importantes, aquellos de los que yo dije no haber otros más grandes y estar en ellos la llave para franquear la vida eterna? 

Es el mandamiento del Amor: Amar a Dios con todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo. 

¿Qué os dije infinidad de veces por mi boca, por boca de los profetas y de los santos? 

Que la Caridad es la más grande de las absoluciones. 

Que la Caridad cancela las culpas y las debilidades del hombre, ya que quien Ama vive en Dios y, al vivir en Dios, peca poco y si peca, al punto se arrepiente y para el que se arrepiente se haya presto el perdón del Altísimo. 

¿En qué faltaron las almas?.

En el Amor, de haber amado mucho, hubieran cometido pocos pecados y estos leves, debidos a vuestra debilidad e imperfección.

Por eso, amando en la tierra es como trabajáis para el cielo. 

Amando en el Purgatorio es como conquistáis el cielo que en la vida no supisteis merecer. 

Y amando en el paraíso es como gozáis del cielo. 

Este es el tormento: el alma recuerda la visión de Dios habida en el Juicio Particular. 

Si lleva consigo aquel recuerdo es porque, aún cuando no sea más que el haber entrevisto a Dios, representa un gozo que supera toda otra cosa creada y el alma se deshace en deseos de volver a gozar de aquella dicha. 

Aquel recuerdo de Dios y aquella Luz que le penetró al comparecer ante Él, hacen efectivamente que el alma “vea” en su exacta dimensión las faltas cometidas contra su bien, y este “ver”, junto con el pensamiento de que con aquellas faltas se privó voluntariamente para años o para siglos de la posesión del cielo y de la unión con Dios, constituye su pena purgativa. 

El Amor y la convicción de haber ofendido al Amor es el tormento de los purgantes.

(Dictado el 17 de octubre de 1943)


 ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO DICTADO POR JESÚS

Escrito del 24 de octubre de 1944.

 …escribo todo lo que Jesús dicta:

 

Ruega así por ellos: 

¡Oh Jesús!, que con tu gloriosa Resurrección nos has mostrado cómo serán eternamente los ‘hijos de Dios’, concede la santa resurrección a nuestros seres queridos, fallecidos en tu Gracia, y a nosotros, en nuestra hora. 

Por el sacrificio de tu Sangre, por las lágrimas de María, por los méritos de todos los Santos, abre tu Reino a sus espíritus. 

¡Oh Madre!, cuya aflicción finalizó con la alborada pascual ante el Resucitado y cuya espera de reunirte con tu Hijo cesó en el gozo de tu gloriosa Asunción, consuela nuestro dolor librando de las penas a quienes amamos hasta más allá de la muerte, y ruega por nosotros que esperamos la hora de volver a encontrar el abrazo de quienes perdimos. 

Mártires y Santos que estáis jubilosos en el Cielo, dirigid una mirada suplicante a Dios, y una fraterna a los difuntos que expían, para rogar al Eterno por ellos y para decirles a ellos: ‘He aquí que la paz se abre para vosotros’.

 Amados, tan queridos, no perdidos sino separados, que vuestras oraciones sean para nosotros el beso que añoramos, y cuando por nuestros sufragios estaréis libres en el beato Paraíso con los Santos, protegednos amándonos en la Perfección, unidos a nosotros por la invisible, activa, amorosa Comunión de los Santos, anticipo de la perfecta reunión de los ‘benditos’ que nos concederá, además de gozarnos con la visión de Dios, el encontraros como os tuvimos, pero sublimados por la gloria del Cielo.

 

Con aprobación eclesiástica otorgada por Monseñor Roman Danylak.