Cómo ayudar a las almas del purgatorio



Este artículo trata, fundamentalmente, sobre cómo ayudar a las almas del purgatoria sean liberadas del tormento. El acto de caridad más grande es ayudar a estas pobres almas llegar al cielo.

Es un resumen de un libro de excelente mérito por sus consejos, por la convicción que acarrean y la acción urgente que nos infunde.

Es por tu mayor interés que lo leas y releas. Y nunca te arrepentirás de ello.

“Léeme o Laméntalo”, está firmado por EDM (Engant de Marie, iniciales con las que se identifica el Padre O’Sullivan). 

Tiene la aprobación del Cardenal de Lisboa en 1936.


 ¡AUXILIO, AUXILIO, SUFRIMOS MUCHO!

Nunca llegaremos a comprender lo suficientemente claro que una limosna, por más pequeña o grande que sea, dada en favor de las almas sufrientes, es dárselo directamente a Dios.

Acepta y recuerda como si se la hubieran dado directamente a Él mismo. 
Misa por los difuntos y las almas del purgatorio

Así que, todo lo que hagamos por ellas, Dios lo acepta hecho para Él. 

Es como si lo aliviáramos o liberáramos a Él mismo del Purgatorio.  

No hay mayor hambre, sed, pobreza, necesidad, pena, dolor, sufrimiento que se compare a los sufrimientos de las Almas del Purgatorio.

Por lo tanto no hay ni mérito más alto para nosotros, que rezar, pedir celebraciones de Misas, y dar limosnas en favor de las pobres Santas Almas.

Es muy posible que algunos de nuestros más cercanos y queridos parientes estén todavía sufriendo las purificantes penas del Purgatorio. Y  nos estén llamando entre lastimosos gemidos para que los ayudemos y aliviemos.

¿No es terrible que sólo pensemos en ellas y que no hagamos nada para ayudarlas?

¿No es cruel olvidarnos deliberadamente de ellas como si  nunca hubieran existido?

Todavía podés hacer algo por los que amamos y por las millones de almas que están en el purgatorio y que nadie ya se acuerda de ellas.

Flegias cruzando almas del purgatorio  

PIENSA EN EL PURGATORIO

“Tengan piedad de mí, tengan piedad de mí, por lo menos ustedes mis amigos, porque la mano del Señor me ha tocado” (Job 19:21). 

Esta es la conmovedora súplica que la Iglesia Purgante envía a sus amigos en la tierra..

Tierra, comiencen, imploren su ayuda, en respuesta a la angustia más profunda. Muchos dependen de sus oraciones.

Es incomprensible como algunos católicos vergonzosamente desatienden a las almas del Purgatorio. 

Pareciera que no creen en el Purgatorio. Ciertamente es que sus ideas acerca de ello son muy difusas. 

¡Días y semanas y meses pasan sin que ellas reciban una Misa dicha por ellas! 

¡Raramente también, oyen Misa por ellos, raramente rezan por ellos, raramente piensan en ellos! 

Entretanto tal vez su amigos y familiares en la tierra están gozando la plenitud de la salud y la felicidad, ocupados en sus trabajos, divirtiéndose mientras las pobres almas sufren inenarrables agonías en sus lechos de llamas. 

¿Cuál es la causa de esta horrible insensibilidad? 

 Inexplicable ignorancia. 

La gente no se da cuenta de lo que es el Purgatorio. 

No conciben las espantosas penas, ni tienen idea de los largos años que las almas son retenidas en esas horribles llamas.

Como resultado, hacen poco o nada para evitarse a sí mismos el Purgatorio, y aún peor, cruelmente ignoran a las pobres almas que ya están allí y que dependen enteramente de ellos para ser auxiliadas.

cuadro de almas del purgatorio

 

PERO, ¿QUÉ ES EL PURGATORIO?

Es una prisión de fuego en la cual casi todas las almas salvadas son sumergidas después de la muerte y en la cual sufren las más intensas penas.

Tan lastimoso es el sufrimiento de ellas que un minuto de ese horrible fuego parece ser un siglo.

¿QUÉ DICEN LOS DOCTORES DE LA IGLESIA DEL PURGATORIO?

Santo Tomás de Aquino, San Agustín, San Cirilo


Santo Tomás Aquino, el príncipe de los teólogos, dice que el fuego del Purgatorio es igual en intensidad al fuego del infierno. 

Y que el mínimo contacto con él es más aterrador que todos los sufrimientos posibles de esta tierra. 

San Agustín, el más grande de todos los santos doctores, enseña que para ser purificadas de sus faltas previo a ser aceptada en el Cielo, las almas después de muertas son sujetas a un fuego más penetrante y más terrible que nadie pueda ver, sentir o concebir en esta vida. 

Aunque este fuego está destinado a limpiar y purificar al alma, dice el Santo Doctor, aún es más agudo que cualquier cosa que podamos resistir en la Tierra. 

San Cirilo de Alejandría no duda en decir que “sería preferible sufrir todos los posibles tormentos en la Tierra hasta el día final que pasar un solo día en el Purgatorio”. 

Otro gran Santo dice: “Nuestro fuego, en comparación con el fuego del Purgatorio, es una brisa fresca”. 

Otros santos hablan en idénticos términos de ese horrible fuego.

 ¿PORQUÉ LAS PENAS DEL PURGATORIO SON TAN SEVERAS?

El fuego que vemos en la Tierra fue hecho por la bondad de Dios para nuestra comodidad y nuestro bienestar. 

A veces es usado como tormento, y es lo más terrible que podemos imaginar. 

El fuego del Purgatorio, por el contrario, está hecho por la Justicia de Dios para penar y purificarnos y es, por consiguiente, incomparablemente más severo.

Nuestro fuego, como máximo, arde hasta consumir nuestro cuerpo hecho de materia. 

Por el contrario el fuego del Purgatorio actúa sobre el alma espiritual, la cual es inexplicablemente más sensible a la pena.

Cuanto más intenso es el fuego, más rápidamente destruye a su víctima, la cual por consiguiente cesa de sufrir. 

Por cuanto el fuego del Purgatorio inflige el más agudo y la más violenta pena, pero nunca mata al alma ni le quita sensibilidad.

Tan severo como el fuego del Purgatorio, es la pena de la separación de Dios, en el cual el alma también sufre en el Purgatorio, y esta es la pena más severa.

El alma separada del cuerpo anhela con toda la intensidad de su naturaleza espiritual estar con Dios. 

Es consumida de intenso deseo de volar hacia Él y no hay palabras para describir la angustia de esa aspiración insatisfecha.

Qué locura, entonces, es para un ser inteligente como el ser humano negar cualquier precaución para evitar tal espantoso hecho. 

Es infantil decir que no puede ser así, que no lo podemos entender, que es mejor no pensar o no hablar de ello. 

El hecho es que, ya sea lo creamos o no, todas las penas del Purgatorio están más allá de lo que podamos imaginar o concebir. Estas son las palabras de San Agustín.

 

angel rescatando almas del purgatorio
 
¿PUEDE TODO ESTO SER VERDAD?

La existencia del Purgatorio es tan cierta que ningún católico ha tenido nunca una duda acerca de ello. 

Fue enseñado desde los tiempos más remotos por la Iglesia y fue aceptada con indubitable fe cuando la Palabra de Dios fue predicada.

La doctrina es revelada en la Sagrada Escritura y creída por millones y millones de creyentes de todos los tiempos. 

Aún, tal como lo hemos remarcado, las ideas de algunos son tan vagas y superficiales en este tema tan importante, que son como personas que cierran sus ojos y caminan deliberadamente en el filo de un precipicio. 

Harían bien en recordar que la mejor manera de acortar nuestra estadía en el Purgatorio – o aún más, evitarlo- es tener una clara idea de ello, y adoptar los remedios que Dios nos ofrece para evitarlo. 

No pensar en ello es fatal. Es cavarse a sí mismos la fosa, y prepararse para ellos mismos un terrorífico, largo y riguroso Purgatorio.

angel rescatando almas del purgatorio

 
EL PRÍNCIPE POLACO

Hubo un príncipe polaco, que por una razón política, fue exiliado de su país natal, y llegado a Francia, compró un hermoso castillo allí. 

Desafortunadamente, perdió la Fe de su infancia y estaba, a la sazón, ocupado en escribir un libro contra Dios y la existencia de la vida eterna.

Dando un paseo una noche en su jardín, él se encontró con una mujer que lloraba amargamente. Le preguntó el porqué de su desconsuelo. 

“¡Oh, príncipe, ella replicó, soy la esposa de John Marie, su mayordomo, el cual falleció hace dos días! 

Él fue un buen marido y un devoto sirviente de Su Alteza. 

Su enfermedad fue larga y gasté todos los ahorros en médicos, y ahora no tengo dinero para ir a ofrecer una Misa por su alma”. 

El príncipe, tocado por el desconsuelo de esta mujer, le dijo algunas palabras. 

Y aunque profesaba ya no creer más en la vida eterna, le dio algunas monedas de oro para ofrecer la Misa por ella y su difunto esposo. 

Un tiempo después, también de noche, el Príncipe estaba en su estudio trabajando febrilmente en su libro. 

Escuchó tocar a la puerta, y sin levantar la vista de sus escritos, invitó a quien fuese a entrar. 

La puerta se abrió y un hombre entró y se paró frente al escritorio de Su Majestad. 

Al levantar la vista, cuál no sería la sorpresa del Príncipe al ver a Jean Marie, su mayordomo muerto, que lo miraba con una dulce sonrisa. 

Príncipe, le dijo, 

“Vengo a agradecerle por las Misas que usted permitió que mi mujer pidiera por mi alma.

Gracias a la Salvadora Sangre de Cristo, ofrecida por mí, voy ahora al Cielo. 

Pero Dios me ha permitido venir aquí y agradecerle por sus generosas limosnas”. 

Luego el agregó solemnemente 

“Príncipe, hay un Dios, una vida futura, un Cielo y un Infierno”.

Dicho esto, desapareció. 

El Príncipe cayó de rodillas y recitó un ferviente Credo (“Creo en Dios Padre Todopoderoso…”)

 SAN ANTONINO Y SU AMIGO

San Antonino, el ilustre Arzobispo de Florencia, relata que un piadoso caballero había muerto, el cual tenía un amigo en un convento Dominicano en el cual el Santo residía. 

Varias Misas fueron sufragadas por su alma. 

El Santo se afligió mucho cuando, después de un prolongado lapso, el alma del fallecido se le apareció, sufriendo muchísimo.

“Oh mi querido amigo” exclamó el Arzobispo, “¿estás todavía en el Purgatorio, tú, que llevaste tal piadosa y devota vida?” 

“Así es, y tendré que permanecer aquí por un largo tiempo” replicó el pobre sufriente. 

“Pues en mi vida en la Tierra fui negligente en ofrecer sufragios por las almas de Purgatorio. 

Ahora, Dios por su justo juicio aplica los sufragios que debían ser aplicados por mí, en favor de aquellos por los cuales debí haber rezado”.

“Pero Dios, también, en su justicia, me dará todos los méritos de mis buenas obras cuando entre al Cielo; pero, primero de todo, tengo que expiar mi grave negligencia de no acordarme de los otros”.

 Tan ciertas son las palabras de Nuestro Señor 

“Con la vara con que mides serás medido”. 

Recuerda el terrible destino de ese piadoso caballero será el de aquellos que desechan orar y rehúsan ayudar a las Santas Almas.

¿CUÁNTO TIEMPO LAS ALMAS PERMANECEN EN EL PURGATORIO?

La extensión en tiempo por la cual las almas permanecen en el Purgatorio depende de:.

a) el número de sus faltas;

b) la malicia y la deliberación con que éstas fueron realizadas;

c) la penitencia hecha, o no, la satisfacción hecha, o no, por los pecados cometidos durante la vida;

d) y también depende de los sufragios ofrecidos por ellos después de sus muertes.

Lo que se puede decir con seguridad es que, el tiempo que las almas pasan en el Purgatorio es, por regla general, mucho más larga que la gente puede imaginar.

Algunas citas de libros que hablan de la vida y las revelaciones de los Santos. 

San Luis Bertrand: su padre era un ejemplar cristiano, como naturalmente se podía esperar, siendo el padre de tan gran Santo. 

En un tiempo deseó llegar a ser un Monje Cartujo, hasta que Dios le hizo ver que no era Su voluntad. 

Cuando murió, luego de largos años de practicar cada virtud cristiana, su hijo completamente al cuidado de los rigores de la justicia Divina, ofreció algunas Misas y elevó las más fervientes súplicas por el alma de la persona que él amó tanto. 

Una visión de su padre en el Purgatorio lo obligó a multiplicar centenares de veces sus sufragios. 

Agregó las más severas penas y largos ayunos a sus Misas y oraciones. 

Aún ocho años completos pasaron antes que obtuviera la liberación de su padre. 

San Malaquías tenía una hermana todavía en el Purgatorio. 

Esto hizo que redoblara sus esfuerzos, y asimismo, a pesar de las Misas, oraciones y heroicas mortificaciones ofrecidas por el Santo, ¡permaneció varios años retenida! 

También se cuenta de una santa monja en Pamplona que logró liberar varias Carmelitas del Purgatorio, las cuales permanecieron allí por el término de 30 a 40 años. 

Se imaginan si monjas Carmelitas estuvieron en el Purgatorio por 40, 50 o 60 años ¿Cuál será el destino de aquellos que viven inmersos en las tentaciones del Mundo, y con sus cientos de debilidades? 

San Vicente Ferrer, después de la muerte de su hermana, oró con increíble fervor por su alma y ofreció varias Misas por su liberación. 

Ella apareció al Santo al final de su Purgatorio, y le contó que si no fuera por su poderosa intercesión ante Dios, ella hubiera estado allí interminable tiempo. 

En la Orden Dominicana es regla general orar por los Superiores en el aniversario de sus muertes. ¡Algunos de estos han muerto varios siglos atrás! 

Ellos fueron hombres eminentes por su piedad y sabiduría. 

Esta regla no sería aprobada por la Iglesia si no fuera necesaria y prudente. 

No queremos significar con esto que todas las almas están retenidas por tiempos iguales en los fuegos expiatorios. 

Algunas han cometido faltas leves y han hecho penitencia en vida. Por lo tanto, su castigo será mucho menos severo. 

Si esas almas, quienes gozaron del trato, quienes vieron, siguieron, y tuvieron la intercesión de grandes santos, son retenidas largo tiempo en el Purgatorio, ¿qué será de nosotros que no gozamos de ninguno de esos privilegios?

 

pobre alma del purgatorio


¿POR QUÉ UNA EXPIACIÓN TAN PROLONGADA?

Las razones no son difíciles de entender. 

La malicia del pecado es muy grande. 

Lo que a nosotros nos parece una pequeña falta en realidad es una seria ofensa contra la infinita bondad de Dios. 

Es suficiente ver cómo los Santos se condolieron sobre sus faltas. 

Somos débiles, es nuestra tendencia. 

Es verdad, pero entonces Dios nos ofrece generosamente abundantes gracias para fortalecernos. 

Nos da la luz para ver la gravedad de nuestras faltas, y la fuerza necesaria para conquistar la tentación. 

Si todavía somos débiles, la falta es toda nuestra. 

No usamos la luz y la fortaleza que Dios nos ofrece generosamente; no rezamos, no recibimos los Sacramentos como debiéramos. 

Un eminente teólogo remarca que si las almas son condenadas al Infierno por toda la eternidad por el pecado mortal, no hay que asombrarse que otras almas debieran ser retenidas por largo tiempo en el Purgatorio porque han cometido deliberadamente incontables pecados veniales.

Algunos de los cuales son tan graves que al tiempo de cometerlos el pecador escasamente distingue si son mortales o veniales. 

También, ellos pueden haber cometido algunos pecados mortales por los cuales tuvieron poco arrepentimiento e hicieron poca o ninguna penitencia.

 La culpa ha sido remitida por la absolución, pero la pena debida por los pecados tendrá que ser pagada en el Purgatorio.

Nuestro Señor nos enseña que deberemos rendir cuentas por cada palabra que decimos y que no dejaremos la prisión hasta que no hayamos pagado hasta el último céntimo.(Mt 5:26).

Los Santos cometieron pocos y leves pecados, y todavía ellos sienten mucho y hacen severas penas. 

Nosotros cometemos muchos y gravísimos pecados, y nos arrepentimos poco y hacemos poca o ninguna penitencia.

 

objetos del purgatorio

Vitrina del Museo de Objetos del Purgatorio que han dejado almas que visitaron la Tierra. 

PECADOS VENIALES

Sería dificultoso calcular el inmenso número de pecados veniales que un católico comete. 

Hay un infinito número de faltas en el amor, egoísmo, pensamientos, palabras, actos de sensualidad, también en cientos de variantes.

Faltas de caridad en el pensamiento, palabra, obra, y omisión. 

Holgazanería, vanidad, celos, tibieza y otras innumerables faltas. 

Hay pecados por omisión que no pagamos.

Amamos tan poco a Dios, y Él clama cientos de veces por nuestro amor.

Lo tratamos fríamente, indiferentemente y hasta con ingratitud. 

Él murió por cada uno de nosotros. ¿Le hemos agradecido como se debe? 

Él permanece día y noche en el Santísimo Sacramento del Altar, esperando por nuestras visitas, ansioso de ayudarnos. 

¿Cuán a menudo vamos a Él? 

Él ansía venir a nosotros en la Santa Comunión, y lo rechazamos. 

Él se ofrece a Si Mismo por nosotros en el Altar de cada Misa y da océanos de gracias a aquellos que asisten al Santo Sacrificio. 

Nuestros corazones están llenos de amor a sí mismos, duros.

Tenemos hogares felices, espléndida comida, vestido, y abundancia de todas las cosas. 

Muchos de nuestros prójimos viven en el hambre y la miseria, y le damos tan poco, mientras que vivimos en el despilfarro y gastamos en nosotros mismos sin necesidad. 

La vida nos fue dada para servir a Dios, para salvar nuestras almas.

¡Muchos cristianos, sin embargo, están satisfechos de rezar cinco minutos a la mañana y cinco a la noche! 

El resto de las 24 horas están dedicados al trabajo, descanso y placer. 

Diez minutos a Dios, a nuestras almas inmortales, al gran trabajo de nuestra salvación.

 ¡Veintitrés horas y cincuenta minutos a esta transitoria vida! ¿Es justo para Dios?

 ¡Nuestros trabajos, nuestros descansos y sufrimientos deberían ser hechos para Dios! 

Así debería ser, y nuestros méritos serían por supuesto grandes. 

La verdad es que hoy día pocos piensan en Dios durante el día. 

El gran objetivo de sus pensamientos son ellos mismos. 

Ellos piensan y trabajan y descansan para satisfacerse a sí mismos. 

Dios ocupa un pequeñísimo espacio en sus días y sus mentes.

 

Esto es un desaire a Su Amantísimo Corazón, el cual siempre piensa en nosotros.

 LOS PECADOS MORTALES

Muchos cristianos cometen, desafortunadamente, pecados mortales durante sus vidas.

San Beda el venerable, opina que aquellos que pasan gran parte de su vida cometiendo graves pecados y confesándolos en su lecho de muerte, pueden llegar a ser retenidos en el Purgatorio hasta el Día Final.

Santa Gertrudis en sus revelaciones dice que aquellos que cometen muchos pecados graves y que no hayan hecho penitencia no gozan de ningún sufragio de la Iglesia por un considerable tiempo. 

Todos esos pecados, mortales o veniales, se acumulan por 20, 30, 40, 60 años de nuestras vidas. 

Todos y cada uno deberán ser expiados para después de la muerte. 

Entonces, ¿es de asombrarse que algunas almas tengan que estar en el Purgatorio por tanto tiempo? 

¿POR QUÉ Y PARA QUÉ REZAR POR LAS ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO?

El gran Mandamiento de Nuestro Señor Jesucristo es que nos amemos los unos a los otros. 

El Primer Gran Mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas. 

El Segundo, o mejor dicho el corolario del Primero, es amar al prójimo como a nosotros mismos. 

No es un consejo o un mero deseo del Todopoderoso. Es Su Gran Mandamiento, la base y esencia de Su Ley. 

Es tanta la verdad encerrada en esto que Él toma como donación todo aquello que hacemos por nuestro prójimo.

Y como un rechazo hacia Él cuando rechazamos a nuestro prójimo.

Leemos en el Evangelio de San Mateo ( Mt 25:34-46), las palabras de Cristo que dirigirá a cada uno en el Día del Juicio Final. 

Algunos católicos parecen pensar que su Ley ha caído en desuso, pues en estos días existe el egoísmo, el amor a sí mismo, y cada uno piensa en sí mismo y en su engrandecimiento personal. 

“Es inútil observar la Ley de Dios en estos días”, dicen, “cada uno debe mirar por sí mismo, o te hundes”. 

¡No hay tal cosa! La ley de Dios es grandiosa y por siempre tendrá fuerza de ley.

ESTAMOS MORALMENTE OBLIGADOS A ROGAR POR LAS ANIMAS BENDITAS

Siempre estamos obligados a amar y ayudar al otro. 

Pero cuanto mayor es la necesidad de nuestro prójimo, mayor y más estricta es nuestra obligación. 

No es un favor que podemos o no hacer, es nuestro deber; debemos ayudarnos unos a otros. 

Sería un monstruoso crimen, por caso, rehusar al poder y desposeído el alimento necesario para mantenerse vivo..

Sería espantoso rehusar la ayuda a alguien en una gran necesidad, pasar de largo y no extender la mano para salvar a un hombre que se está hundiendo.

No solamente debemos ayudar cuando es fácil y conveniente, sino que debemos hacer cualquier sacrificio para socorrer a nuestro hermano en dificultades. 

Ahora, ¿qué puede estar más urgido de caridad que las almas del Purgatorio?

¿Qué hambre o sed o sufrimiento en esta Tierra puede compararse con sus más terribles sufrimientos? 

Ni el pobre, ni el enfermo, ni el sufriente que vemos a nuestro alrededor necesitan de tal urgente socorro. 

¡Aún encontramos gente de buen corazón que se interesa en los sufrientes de esta vida, pero, escasamente encontramos a gente que trabaja por las Almas del Purgatorio! 

¿Y quién puede necesitarnos más? Entre ellos, además, pueden estar nuestras madres, nuestros padres, amigos y seres queridos. 

DIOS DESEA QUE LAS AYUDEMOS

Ellas son los amigos más queridos. El desea ayudarlos; Él desea mucho tenerlos cerca de Él en el Cielo. 

Ellas nunca más lo ofenderán, y están destinadas a estar con Él por toda la Eternidad. 

La Verdad, la Justicia de Dios demanda expiación por los pecados. 

Pero por una asombrosa dispensación de Su Providencia Él pone en nuestras manos la posibilidad de asistirlos.

Él nos da el poder de aliviarlas y aún de liberarlas. 

Nada le place más a Dios que les ayudemos. Él está tan agradecido como si le ayudáramos a Él.


NUESTRA SEÑORA QUIERE QUE LOS AYUDEMOS

Nunca, nunca una madre de esta tierra amó tan tiernamente a sus hijos fallecidos. 

Nunca nadie consuela como María busca consolar sus sufrientes niños en el Purgatorio, y tenerlos con Ella en el Cielo. 

Le daremos gran regocijo cada vez que llevamos fuera del Purgatorio a un alma.

¿CÓMO PODEMOS AYUDAR A LAS BENDITAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO?

La primera medida es unirse a la Asociación de las Santas Almas.

Las condiciones son simples. 

Tener tu nombre registrado en el Libro de la Asociación. 

Oír Misa una vez a la semana (basta con la Misa del domingo) por las Santas Almas.

Rezar y promover la devoción a las Ánimas Benditas. 

Contribuir una vez al año con un donativo a la Asociación, lo cual permite a la Asociación tener Misas perpetuas cada mes. 

La segunda medida para ayudar a las Animas Benditas, es pidiendo Misas ofrecidas por ellas.

Esta es ciertamente la más eficaz de las medidas para liberarlas. 

Aquellos que no puedan ofrecer Misas, deberían asistir a cuanta Misa fuera posible por su intención.

Un hombre joven que ganaba un salario muy modesto le contó al autor de este libro: 

“Mi esposa murió unos años antes. Tengo 10 misas ofrecidas por ella. No puedo hacer más por ella, pero oí 1000 misas por su querida alma”. 

La recitación del Santo Rosario (con sus grandes indulgencias) y hacer el Vía Crucis (el cual es ricamente dador de indulgencias), son excelentes vías de ayuda a las almas.

San Juan Macías, como vimos, liberó del Purgatorio más de un millón de almas, principalmente recitando el Santo Rosario y ofreciendo sus indulgencias por ellas. 

Otra fácil y eficaz forma de ayuda es la recitación constante de oraciones breves que contengan indulgencias (aplicando dichas indulgencias en favor de las almas del Purgatorio). 

Mucha gente tiene la costumbre de decir 500, ó 1000 veces cada día la pequeña jaculatoria “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”, o la sola palabra “Jesús”. 

Estas son las más consoladoras devociones; ellas traen océanos de gracias a quien las practican y dan inmenso alivio a las Santas Almas. 

Aquellos que digan las jaculatorias 500, o 1000 veces, ganan 300.000 días de indulgencias (ochocientos veintiún años de indulgencias) ¡Qué multitud de almas podemos liberar! 

¿Cuánto será la cantidad de almas liberadas al cabo de un mes, de un año, de cincuenta años? 

Y a los que no dicen las jaculatorias… ¡que inmenso número de gracias y favores habrán perdido! 

Es bastante posible -aunque no fácil- decir esas jaculatorias 1000 veces al día. Pero si no puedes decir 1000, por lo menos dilas 500, o 200 veces diarias. 

Otra poderosa oración es: 

“Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las Misas dichas en el mundo en este día, por las Almas del Purgatorio”.

Nuestro Señor mostró a Santa Gertrudis un vasto número de almas dejando el Purgatorio (¡cerca de 1000 cada vez que se la recitaba!). 

Y yendo al Cielo como resultado de esta oración, la cual la Santa acostumbraba decir frecuentemente durante el día. 

El acto heroico consiste en ofrecer a Dios en favor de las Almas del Purgatorio todos los trabajos de satisfacción que practicamos en nuestra vida y todos los sufragios que serán ofrecidos para nosotros después de nuestra muerte.

Si Dios premia tan abundantemente la más insignificante limosna dadas por un pobre hombre en Su nombre, ¿Qué inmensa recompensa Él no dará a aquellos que ofrecen sus trabajos de satisfacción en vida y muerte por las Almas que Él ama tanto? 

Este acto no evita que los sacerdotes ofrezcan Misas por las intenciones que ellos deseen, o que los laicos no recen por algunas personas u otras intenciones. Aconsejamos a todos realizar este acto.


 LAS LIMOSNAS AYUDAN A LAS SANTAS ALMAS

San Martin dio la mitad de su manto a un pobre mendigo, sólo para darse cuenta después que se lo había dado a Cristo. 

Nuestro Señor apareció al Santo y le agradeció. 

El Beato Jordan de la Orden Dominica, nunca podía rehusar dar limosnas cuando se lo pedían en el nombre de Dios. 

Un día él se había olvidado su monedero. Un pobre hombre imploraba una limosna por el amor de Dios.

En vez de descartarlo, Jordan, por entonces un estudiante, le dio su más preciado cinturón, el cual el apreciaba mucho. 

Poco tiempo después, el entró a una Iglesia y encontró su cinturón circundando la cintura de una imagen de Cristo Crucificado. 

Él también, había dado sus limosnas a Cristo. Todos damos limosnas a Cristo. 

En conclusión:

Dar todas las limosnas que podamos..

Pedir todas las Misas que estén en nuestro poder..

Escuchar todas las Misas, cuantas más, mejor..

Ofrecer todas nuestras penas y sufrimientos por la liberación de las Almas del Purgatorio.

Así liberaremos incontable cantidad de Almas del Purgatorio, las cuales nos pagarán 10000 veces más.

¡LEELO Y DESPIERTA!

“En mi larga vida”, escribe un sacerdote,” vi muchas manifestaciones de generosidad de los católicos por los pobres y necesitados, de acuerdo con lo que Nuestro Señor nos mandó hacer.” 

“También noté que algunos católicos son, por supuesto, muy generosos y buenos. 

Algunos se preocupan por los pobres, otros por los enfermos. 

Leprosos, pacientes de cáncer, deficientes mentales, todos tienen amigos. Algunos prefieren ayudar a los jóvenes, los corazones de otros prefieren a los ancianos”. 

“Lo más extraño de todas las cosas, es que nunca encontré ni un hombre, ni una mujer que se haya dedicado por completo, de todo corazón, a la más grande de las caridades, por los más necesitados, esto es, por las santas Almas del Purgatorio.

Debe haber algunos que lo hacen, pero en mi larga y variada experiencia, no encontré ninguno”. 

¡Y las palabras de este sacerdote son pura verdad! 

Apelamos a aquellos que todavía no se han dedicado a sí mismos a alguna forma particular de caridad, para que se dediquen con todas sus energías a las Animas Benditas. 

Hagan todo lo que puedan personalmente, e induzcan a otros a hacer lo mismo.

La Virgen María quiso quedarse en Luján: la verdadera historia

La verdadera historia de la decisión de la Virgen de quedarse en Luján.

Virgen de Luján


Todo empieza con dos misteriosas cajas. 

En pleno siglo XVII, el estanciero portugués Antonio Farías de Saá, que se encontraba en la actual provincia de Santiago del Estero, le envió una nota a un coterráneo para encargarle una imagen de la Inmaculada Concepción: quería colocarla en una capilla que estaba fabricando. 

Tras recibir la carta, el capitán de navío Andrea Juan pensó en remitir a su amigo dos imágenes para que eligiera a su gusto. Por ello, mandó a hacer dos estatuitas de barro cocido de la Virgen, de 38 centímetros. Teniendo en cuenta que eran frágiles y para asegurar que llegaran bien, las embaló cuidadosamente por separado y luego las colocó en sendos cajones de madera. 

Réplica de la Virgen de Luján de 1630


Entre el contingente que transportaba en marzo de 1630 las dos estatuitas desde Brasil, se encontraba el esclavo Manuel Costa de los Ríos, un africano traído como mano de obra. 

Ya en Buenos Aires, el capitán Andrea Juan decidió emprender el viaje hacia el norte para entregarle personalmente las imágenes a Farías de Saá. 

Luego de tres días de viaje, los hombres decidieron descansar en un paraje de Zelaya, a cinco leguas de la actual ciudad de Luján, y pasaron la noche en la estancia de don Rosendo de Trigueros. 

Al día siguiente, cuando el grupo liderado por Andrea Juan decidió proseguir el viaje, los bueyes no podian avanzar. 

Como el carretón no se movía de las inmediaciones del río Luján  los vecinos ofrecieron otros bueyes para solucionar el problema, pensando que el inconveniente era por el sinuoso camino.

Carretón donde era llevada la Virgen


Sin embargo la carreta no arrancaba de ninguna forma, por más que tiraban los bueyes no podían moverlo ni un paso, entonces el “Negro” Manuel, con buen criterio, propuso reacomodar los cajones. Para ello bajó una de las imágenes que tenía la tez trigueña, y que llevaba un vestido pintado de rojo y un manto azul con estrellas blancas y cuello dorado. 

Sin que mediara ninguna orden, los bueyes comenzaron a marchar. “Es un milagro”, dijeron los presentes. Manuel (sin duda la Virgen puso en el corazón de ese esclavo su deseo de quedarse) interpretó este hecho como una señal de la Virgen, por lo que la imagen debía permanecer allí. 

Pero ¿Cómo era la historia del esclavo Manuel?

El negro Manuel nació en 1604 en Cabo Verde (ciudad hoy llamada Dakar), zona tórrida y occidental de África, y en ese tiempo colonia portuguesa. 

A los 25 años, cuando Manuel gozaba de su plena libertad, fue apresado en un reclutamiento de negros llevado a cabo a finales del año 1629 por mercaderes sin conciencia y al margen de toda ley, y conducido a las naves ancladas en el puerto de Cabo Verde, para ser vendido como esclavo en el Brasil. 

Llegó al puerto de Pernambuco después de una travesía de 30 días. Al atracar la nave los negros fueron llevados a la plaza pública, y allí puestos a la venta. 

Un capitán de navío llamado Andrea Juan lo compró para su servicio. 

Dotado de una clara inteligencia y de un corazón humilde, aprendió muy pronto las verdades de la Fe y fue bautizado quizás entre los días de Navidad y Año Nuevo, y a los pocos días recibió la comunión. Como era de corazón ingenuo y de alma pura e inocente, todas las cosas de la religión le producían una gran impresión. 

El negro Manuel deja Brasil en enero de 1630 rumbo al Puerto de Santa María de los Buenos Aires, en el barco del capitán Andrea Juan. El llevaba en su barco dos imágenes de la Virgen María para su amigo Antonio Farías de Sáa.

El esclavo Manuel de rodillas frente a la imagen de la Virgen


Siguiendo con la historia...

Abrieron el cajón y encontraron una bella imagen de la Virgen en su advocación de la Purísima Concepción.

De inmediato los arrieros la veneraron y luego, en devota procesión, llevaron la imagen a la casa de la estancia de Rosendo donde sus dueños le levantaron un humilde altar. Desde luego los arrieros entendieron que era una particular disposición del Cielo que la imagen de la Virgen encerrada en tal cajón se quedase en aquel paraje, como en efecto se quedó.

Mientras tanto el otro cajón con la otra Virgen siguió viaje hacia Santiago del Estero. 

Como a partir de ese momento los vecinos comenzaron a venerar a la Virgen en ese lugar, Manuel fue el encargado de construir una pequeña capilla de adobe y paja, cuya réplica se observa en el predio de Zelaya. 

Primera Capilla a la Virgen de Luján en Zelaya

La familia de Don Rosendo entendió desde un principio lo que ocurría allí, por lo que rápidamente decidieron construir un lugar de veneración de la imagen. 

La Capilla de la Virgen estaría lista a mediados de 1633 y se abriría a numerosos peregrinos que allí acudían, atraídos por las gracias que la Virgen Santísima dispensaba a sus devotos. 

Su construcción sería muy rústica y no pasaría de un modesto rancho, con paredes de barro, techo de paja y piso natural de tierra, y por todo lujo un revoque de blanqueo. 

El pequeño altar tendría una sencillez primitiva y un poco más arriba estaría colocada la Santa Imagen. 

El lugar era conocido como La Capilla o Ermita de Rosendo. Y Rosendo dedicó al negro Manuel al culto de la imagen, quien cuidaba de la lámpara de la Señora, que incesantemente ardía. 

Manuel dedicaba su vida al cuidado en el aseo y decencia de su altarcito: él nunca dejaba a su Imagen sin luz ardiente. A Ella había sido donado como esclavo, y él entendía perfectamente lo que importaba tal donación, y se reconocía como verdadero y exclusivo esclavo de la Virgen.

Por cuarenta años los lugareños visitaron a la Virgen en la precaria Capilla del Milagro, en la que el “Negro” Manuel permanecía día y noche. “Yo soy de la Virgen nomás”, repetía. 

El milagro de primer traslado de la Virgen...

Con el tiempo, una dama de la zona, la señora Ana de Matos, compró la capilla con la Virgen. 

Mientras se construía otra más amplia, la imagen de barro permaneció en un oratorio, al que cada vez se acercaban más devotos. 

Inicialmente se trasladó la imagen dejando al negro Manuel en la estancia de Rosendo, desconociéndose el motivo por el que se separó a Manuel de quien era su ama.

El traslado de la Virgen a la capilla de doña Ana fue intrincado: 

Cuando Doña Ana fue a buscar a la Virgen a la mañana siguiente al dormitorio de su casa donde la había instalado, se encontró con la sorpresa de que no estaba allí. Desesperada por no poder encontrar a tan preciado tesoro, y luego de revolver cielo y tierra, se dirige desconsolada a la Estancia de Rosendo, donde encuentra la imagen en el viejo altar. Vuelve entonces a llevar la imagen a su casa, y la vigilan con más cuidado esta vez. Y María vuelve a traslocarse milagrosamente, desapareciendo de allí para aparecer a varios kilómetros del lugar, en su antiguo altar otra vez donde estaba Manuel.

Fueron tantos los intentos fallidos, que pensaron que Manuel era el responsable de la desaparición y lo estacaron en el piso. Pero, a pesar de ello, la imagen seguía regresando a la primera capilla. 

Entonces, como última medida, la señora Matos tomó la decisión de comprar al “Negro” Manuel. Desde ese momento, la Virgen no desapareció más.

La tradición cuenta además que Manuel notaba la ausencia de la imagen por la noche y que la encontraba a la mañana siguiente, cubierta algunas veces con rocío, otras con polvo y barro, o con abrojos y cadillos en su manto y vestido. 

El sacerdote Felipe José Maqueda dice en su adaptación de la historia de la devoción a Nuestra Señora de Luján, publicada en 1812, que Manuel le hablaba así a la Virgen: “Señora mía, ¿qué necesidad tenéis Vos de salir de casa para remediar cualquiera necesidad siendo tan poderosa? ¿Como Vos sois tan amiga de los pecadores, que salís en busca de ellos, cuando véis que os tratan tan mal?”. 

A raíz de su participación en estos sucesos, la Congregación para las Causas de los Santos, en la causa de beatificación iniciada en la Arquidiócesis de Mercedes-Luján, reconoció a Manuel Costas de los Ríos, más conocido como el “Negro” Manuel, como Siervo de Dios.

La vertiente de agua milagrosa 

¿Qué fue de la otra imagen de la Virgen enviada por el capitán de navío Andrea Juan? 

Cumplió su cometido: llegó a Sumampa tal cual como había pedido el estanciero Farías de Saá. Esta imagen, que se diferencia de la de Luján en que la Virgen carga en sus brazos al Niño Jesús, fue declarada la patrona de Santiago del Estero. 

Virgen de la Consolación de Sumampa Patrona de Santiago del Estero


También es patrona de los transportistas, en alusión al largo viaje que recorrió desde Brasil hasta la localidad de Sumampa en distintos medios de transporte marítimo y terrestre, y hasta a lomo de mula.

La Virgen de Luján, que antes de ser consagrada como Nuestra Señora de Luján era para todos la Virgen Estanciera o la Patroncita Morena, tuvo muchos años después otra capilla. 

En 1970, fray Gabriel Marullo, un sacerdote italiano, construyó con la ayuda de los vecinos de la localidad de Zelaya una capilla muy sencilla, con el techo de chapa. Allí se encuentra una vertiente de agua a la que los devotos atribuyen propiedades milagrosas; gracias a una bomba, la recolectan en botellas recicladas. 

Esta capilla está enmarcada por muchas imágenes Marianas, una importante imagen del “Negro” Manuel y bancos para que descansen los peregrinos. 

Durante el día, hay voluntarios que reciben a los pocos visitantes que se acercan, les ofrecen “agua milagrosa” para beber y sanar el cuerpo, mientras relatan la antigua historia a los interesados. 

A unos cien metros, dentro del extenso predio, se encuentra una reconstrucción de la capilla de adobe y paja donde hace casi 400 años sucedió el milagro.

Cerca de ella, hay una réplica de la carreta del siglo XVII en la que se trasladaron los dos cajones con las dos imágenes.

Carreta dónde llevaban a la Virgen


 En otro sector, se erigió una ermita dedicada a la Virgen, la melliza de Sumampa.

Nacimiento de la ciudad de Luján como devoción a María

El nuevo lugar de residencia de la imagen, la casa de Doña Ana de Matos, quedaba en lo que actualmente es la Ciudad de Luján. 

El 2 de octubre de 1682 Doña Ana dona tierras a la Virgen de Luján.

Ana de Matos hace la donación de todo el sitio para la construcción de la capilla con la condición de que dicha Imagen ha de estar perpetuamente en dichas tierras y en caso contrario queda anulada la donación, debiendo ser entregada la Imagen a los herederos, por haberla ella adquirido con su dinero. 

Con esta donación Ana de Matos convertía realmente en oficial y pública la Capilla de Nuestra Señora, al pasar al dominio de la Iglesia y a sus autoridades la posesión de ese lugar sagrado, y también con esa entrega daba origen y fundamento a la verdadera fundación de la actual Ciudad de Luján.

Los signos de santidad del negro Manuel y su amor a la Virgen

Uno de los más famosos milagros obrados por la Virgen a través del negro Manuel y fue la curación del Padre Pedro Montalbo. 

Sucedió en el año 1684: el Padre Montalbo enfermó gravemente de unos ahogos asmáticos.

Afligido por su enfermedad fue en un carretón a hacer una novena a la Virgen de Luján en los días de su fiesta patronal. 

Cuando estaba como a una legua de Luján tuvo un accidente que lo dejó medio muerto, y así llegó a las puertas de la capilla. Salió el negro Manuel y ungiéndole el pecho con el aceite de la lámpara de la Virgen, volvió en sí. 

Mientras tiernamente lo consolaba, le decía el negrito Manuel: "La Virgen Santísima lo quiere para que sea su Capellán".  Así surgió el primer Capellán de María en Luján. 

Con el proyecto de levantar un templo más digno de la veneración que merecía la Virgen, el negro Manuel acumulaba las ofrendas que traían los devotos peregrinos y andaba por las estancias y aun por los pagos distantes, pidiendo limosnas para la construcción del Santuario. 

A su muerte se le hallaron $14.000 de las limosnas, que los devotos le habían entregado. 

El negro Manuel, respetado por todos como un patriarca, reunía en la ermita a todos los peregrinos y rezaba junto con ellos el Santo Rosario. 

Luego, en un lenguaje lleno de humilde simplicidad, daba a entender a los peregrinos que venían atraídos por los favores que obraba la Virgen, que pusiesen toda su confianza en Ella. Que teniéndola por intercesora con su Divino Hijo, seguros alcanzarían las gracias que necesitaran. 

Y cuando todos se retiraban, el negro Manuel se quedaba orando sólo hasta altas horas de la noche. 

Manuel continuó con su servicio a María hasta la ancianidad. Hallándose en la última enfermedad dijo un día a los presentes: "Mi Ama, la Santísima Virgen, me ha revelado que he de morir un viernes y que al sábado siguiente me llevará a la Gloria". 

Y en efecto, así sucedió. Su muerte sucedió en 1686, en el día que había dicho, y se puede creer que se verificó por entero su profecía: su alma bendita fue llevada al Cielo para poder gozar allí de la Virgen María, cuya venerable imagen tanto había amado y cuidado en la tierra. 

Murió en olor de santidad, por cuyo motivo es tradición que su cuerpo fue sepultado detrás del altar Mayor del Santuario del Capellán Montalbo, descansando a los pies de su Ama. 

De este modo el negro Manuel nos reveló, como otras veces, que María se comunicaba con él. No nos debe sorprender este don concedido a su alma, ya que siempre sucede de este modo con quienes aman a Dios hasta el límite. 

Milagros después de su muerte...

Cuando Don Juan de Lezica había sido encargado por Doña Ana para la construcción del nuevo templo de Luján, aproximadamente en el año 1757, tuvo problemas por la falta de arena gruesa, de tal modo que la obra se veía retrasada. En esta situación un negro, que sin dudas fue Manuel, se le apareció y le aseguró que a pocos pasos de allí había arena en un campo. 

Juan de Lezica lo encontró en el lugar señalado, que jamás nadie había sabido que existiese. El hallazgo se tuvo por milagroso, ya que todos sabían que el negro Manuel no podía estar ajeno a la obra del nuevo Templo.



¿Cuáles son los beneficios de la oración?

Dos personas orando frente a la cruz

Los beneficios de la oración son muchos, son inagotables. Personalmente creo que son tantos como la cantidad de personas que hay en este mundo. Por la relación personal que se da entre la persona que ora y Dios. Sólo nuestro Señor puede saber lo que necesitamos, así que yo creo que los beneficios dependen en mucho de la experiencia personal con el Dios Amor.

Sin embargo podemos decir que la oración nos ayuda a encontrar dirección en la vida. Puede evitar que tomemos decisiones equivocadas y caigamos en el pecado. A través de él, podemos aprender a seguir la voluntad de Dios. Pero no una voluntad caprichosa, sino una voluntad que quiere y sabe qué es lo mejor para nosotros. Como un padre amoroso con sus hijos. Pero así siempre nos dará la libertad de elegir aunque nos equivoquemos.

La Oración para algunos, es una forma de vida, pero para otros, puede ser misteriosa o complicada. A menudo, se la conoce como una disciplina cristiana, lo que puede hacer que suene difícil u opresiva, pero nada más lejos de la realidad. 

Sin embargo, la oración es algo maravilloso que brinda muchos beneficios y aunque para mí depende mucho de la relación personal con Dios estos beneficios van más allá de la oración individual. 

En este artículo sólo mencionaré alguno de sus beneficios.

Pero ¿Qué es la oración?

La gente define la oración de varias formas, pero la forma más sencilla de describirla es la comunicación con Dios. 

Hay diferentes tipos de oración y muchas formas de practicarla. La oración que produce mayores beneficios es la que sale del corazón, que puede ser recitada o como un diálogo informal entre dos amigos que se aman.

 

Dos personas caminando hacia algún lugar

Algunos beneficios de la oración

1. La oración cambia nuestro enfoque. Es fácil quedar atrapado en las circunstancias que nos rodean, buenas o malas. La oración dirige nuestro enfoque lejos de aquí en la tierra hacia Dios en el cielo.

 Piense en las cosas del cielo, no en las cosas de la tierra ( Colosenses 3: 2 ). 

 Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe… ( Hebreos 12: 2 ). 

2. La oración nos acerca a Dios. Debido a que la oración se comunica con Dios, nos ayuda a construir nuestra relación con él. Es una de las muchas formas en que podemos conocerlo mejor.  

Acércate a Dios y Él se acercará a ti ( Santiago 4: 8 ). 

Cercano está Jehová a todos los que lo invocan, a todos los que lo invocan en verdad ( Salmo 145: 18 ). 

3. La oración nos lleva a la presencia de Dios. En el Antiguo Testamento, la gente necesitaba que los sacerdotes o profetas hablaran con Dios por ellos. Pero cuando Jesús murió, el velo del templo se rasgó en dos, lo que nos abrió el camino para hablar con Dios nosotros mismos. 

La cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo ( Mateo 27:51 ).

 Acerquémonos entonces al trono de la gracia de Dios con confianza, para que podamos recibir misericordia y encontrar la gracia que nos ayude en nuestro tiempo de necesidad ( Hebreos 4:16 ).

 4. La oración es una forma de ayudar a los demás. Hay dos formas en que esto es cierto. Uno está rezando con alguien y el otro está rezando  por alguien. Uno se realiza en persona (o por teléfono), mientras que el otro se realiza en su tiempo privado. 

Oren unos por otros para que sean sanados ( Santiago 5:16 ). 

Y así, desde el día en que nos enteramos, no hemos dejado de orar por ti, pidiendo que seas lleno del conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que camines de una manera digna del Señor, plenamente. complaciéndole, dando fruto en toda buena obra y aumentando en el conocimiento de Dios. Que seas fortalecido con todo poder, según su gloriosa fuerza, por toda paciencia y paciencia con gozo, dando gracias al Padre, que te ha capacitado para participar de la herencia de los santos en luz. ( Colosenses 1: 9-12 ).

 5. La oración nos ayuda a calmarnos. El mundo está lleno de  cosas que traen ansiedad a nuestras vidas y la oración puede restaurar nuestra paz. 

Entregue todas sus preocupaciones y cuidados a Dios, porque él se preocupa por usted ( 1 Pedro 5: 7). 

Por nada estéis afanosos, pero en todo, con oración y petición, con acción de gracias, presentad vuestras peticiones a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús ( Filipenses 4: 6-7 ). 

6. La oración produce cambios. La frase familiar que la oración cambia las cosas es cierta. A veces las cosas que cambian son las circunstancias, mientras que otras veces somos nosotros lo que cambia la oración. 

La oración de una persona justa es poderosa y eficaz. Elijah era un ser humano, incluso como nosotros. Oró fervientemente para que no lloviera y que no lloviera sobre la tierra durante tres años y medio. Nuevamente oró, y los cielos dieron lluvia y la tierra produjo sus cosechas ( Santiago 4: 16-18 ). 

Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes; Quitaré tu corazón de piedra y te daré un corazón de carne ( Ezequiel 36:26 ).

 

Y la lista sigue y sigue

Los beneficios de la oración no se pueden agotar.  

La oración nos ayuda a recibir perdón y amor. También nos ayuda a amar a nuestros enemigos ya que entendemos que alguna vez fuimos enemigos de Dios pero, a través de Jesús, somos amigos y herederos.