Testimonio 2
El hombre debería temblar....
Esto que dice el hermano San Francisco de Asis fue lo que yo sentía cuando el Padre Manolo u otro sacerdote me llamaba para dar la comunión. Que experiencia tan sublime. Recuerdo que tenía que hacer un esfuerzo enorme para no demostrar que estaba temblando. Mi mano, cuando se acercaba a la persona, me temblaba tanto que tenía miedo que se me cayera. A pesar de haberlo hecho varias veces no podía estar relajado. ¿Te acordás Jesús de esos días?
No recuerdo haber vivido una experiencia tan conmovedora. No solo comulgaban las personas, creo que yo también lo hacía con ellos, como si viviera en mi propio cuerpo los sentimientos que traían esas personas hasta el altar del buen Jesús.
Me resulta muy difícil describir con palabras lo que sentía. Posiblemente era muchas cosas o una sola, pero tan intensa que era imposible vivirlo como un hecho más de la vida. Era esos instantes donde no había lugar para otra cosa. No había lugar para otro pensamiento que no sea servir a Jesús en esos momentos. Era instantes donde todo el mundo quedaba relegado a segundo plano. Eramos solo el hermano, Jesús Eucaristía y yo, nada más.
Solo me queda dar gracias al buen Dios por haberme permitido vivir esos momentos que no se borrarán nunca de mi mente Que quedarán como huella mnémica en lo más profundo de mi ser. Mi gran tesoro querido amigo...mi gran tesoro. ¡GRACIAS AMADO JESÙS!
¡GLORIA A TI TRINIDAD Y A LOS CAUTIVOS LIBERTAD!
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