Hermosa explicación sobre las almas del purgatorio

Una cruz al final de una escalera que va al cielo



Es una hermosa predicación de Fray Nelson Medica. Tocará tu corazón y te dará una nueva mirada sobre las Almas del Purgatorio.
Si tenés seres queridos que han fallecido no dudes en escuchar este audio.

Algunas frases vertidas por el Padre Fray Nelson Medina (en el final pongo su blog para que puedas seguirlo) que fueron tomadas como apunte.

Parte de las siguientes preguntas:

. El misterio sobre nuestra muerte y lo que sigue después.
. ¿Qué es en realidad la muerte?
. ¿Qué nos une a los cristianos?
. ¿Cuál es la enseñanza católica sobre la muerte?

Esta son algunas de las preguntas que desarrolla Fray Nelson.

Mis apuntes

. La muerte tiene el aspecto de un fracaso.
. Hay un amor inmenso que nos ha traído a la existencia.
. Somos obra de un Dios Amor.
. Dios no tenía obligación de crearnos pero nos ha creado. Sólo hay una explicación para este gran acto...y es que nos ha amado hasta el extremo.

(Me pregunto ¿Porqué el padre habla en pasado. Dice así "nos ha amado". Como si ya no lo hiciera. Pero no es así. Creo que el Fray habla así porque Dios nos ha amado en un acto único y definitivo hasta la eternidad.)

. Hay algo en nosotros que no muere.
. Los que nos unimos a Jesucristo, los que creemos en la Victoria de Cristo y nos unimos a él participamos también de su Victoria sobre la muerte.
. La fe en el resucitado nos mantiene vivos.
. Todos hemos venido de un sólo Espíritu (San Pablo)

. Lo que une a los cristianos es una participación de la vida, la vida de Cristo, la vida que no muere, la vida que vence al muerte. Eso es lo que hemos recibido.

. El amor que vive en ti, amor de Espíritu que te da el resucitado, es el mismo amor que vive en mí. Espíritu de amor que me da el resucitado. Y por eso todos los que estamos en Cristo formamos un solo cuerpo.

. El resucitado nos da una participación de su vida.
. Lo que nos une a nosotros es el Espíritu de Cristo resucitado.

. ¿Qué significa comunión de los santos?
Significa ese vínculo vivo y permanente que hemos recibido todos los que tenemos fe en Jesucristo.

ESTOS FUERON ALGUNOS DE MIS APUNTES. AHORA LES DEJO EL VIDEO DE LA CHARLA COMPLETA









Cómo ayudar a las almas del purgatorio



Este artículo trata, fundamentalmente, sobre cómo ayudar a las almas del purgatoria sean liberadas del tormento. El acto de caridad más grande es ayudar a estas pobres almas llegar al cielo.

Es un resumen de un libro de excelente mérito por sus consejos, por la convicción que acarrean y la acción urgente que nos infunde.

Es por tu mayor interés que lo leas y releas. Y nunca te arrepentirás de ello.

“Léeme o Laméntalo”, está firmado por EDM (Engant de Marie, iniciales con las que se identifica el Padre O’Sullivan). 

Tiene la aprobación del Cardenal de Lisboa en 1936.


 ¡AUXILIO, AUXILIO, SUFRIMOS MUCHO!

Nunca llegaremos a comprender lo suficientemente claro que una limosna, por más pequeña o grande que sea, dada en favor de las almas sufrientes, es dárselo directamente a Dios.

Acepta y recuerda como si se la hubieran dado directamente a Él mismo. 
Misa por los difuntos y las almas del purgatorio

Así que, todo lo que hagamos por ellas, Dios lo acepta hecho para Él. 

Es como si lo aliviáramos o liberáramos a Él mismo del Purgatorio.  

No hay mayor hambre, sed, pobreza, necesidad, pena, dolor, sufrimiento que se compare a los sufrimientos de las Almas del Purgatorio.

Por lo tanto no hay ni mérito más alto para nosotros, que rezar, pedir celebraciones de Misas, y dar limosnas en favor de las pobres Santas Almas.

Es muy posible que algunos de nuestros más cercanos y queridos parientes estén todavía sufriendo las purificantes penas del Purgatorio. Y  nos estén llamando entre lastimosos gemidos para que los ayudemos y aliviemos.

¿No es terrible que sólo pensemos en ellas y que no hagamos nada para ayudarlas?

¿No es cruel olvidarnos deliberadamente de ellas como si  nunca hubieran existido?

Todavía podés hacer algo por los que amamos y por las millones de almas que están en el purgatorio y que nadie ya se acuerda de ellas.

Flegias cruzando almas del purgatorio  

PIENSA EN EL PURGATORIO

“Tengan piedad de mí, tengan piedad de mí, por lo menos ustedes mis amigos, porque la mano del Señor me ha tocado” (Job 19:21). 

Esta es la conmovedora súplica que la Iglesia Purgante envía a sus amigos en la tierra..

Tierra, comiencen, imploren su ayuda, en respuesta a la angustia más profunda. Muchos dependen de sus oraciones.

Es incomprensible como algunos católicos vergonzosamente desatienden a las almas del Purgatorio. 

Pareciera que no creen en el Purgatorio. Ciertamente es que sus ideas acerca de ello son muy difusas. 

¡Días y semanas y meses pasan sin que ellas reciban una Misa dicha por ellas! 

¡Raramente también, oyen Misa por ellos, raramente rezan por ellos, raramente piensan en ellos! 

Entretanto tal vez su amigos y familiares en la tierra están gozando la plenitud de la salud y la felicidad, ocupados en sus trabajos, divirtiéndose mientras las pobres almas sufren inenarrables agonías en sus lechos de llamas. 

¿Cuál es la causa de esta horrible insensibilidad? 

 Inexplicable ignorancia. 

La gente no se da cuenta de lo que es el Purgatorio. 

No conciben las espantosas penas, ni tienen idea de los largos años que las almas son retenidas en esas horribles llamas.

Como resultado, hacen poco o nada para evitarse a sí mismos el Purgatorio, y aún peor, cruelmente ignoran a las pobres almas que ya están allí y que dependen enteramente de ellos para ser auxiliadas.

cuadro de almas del purgatorio

 

PERO, ¿QUÉ ES EL PURGATORIO?

Es una prisión de fuego en la cual casi todas las almas salvadas son sumergidas después de la muerte y en la cual sufren las más intensas penas.

Tan lastimoso es el sufrimiento de ellas que un minuto de ese horrible fuego parece ser un siglo.

¿QUÉ DICEN LOS DOCTORES DE LA IGLESIA DEL PURGATORIO?

Santo Tomás de Aquino, San Agustín, San Cirilo


Santo Tomás Aquino, el príncipe de los teólogos, dice que el fuego del Purgatorio es igual en intensidad al fuego del infierno. 

Y que el mínimo contacto con él es más aterrador que todos los sufrimientos posibles de esta tierra. 

San Agustín, el más grande de todos los santos doctores, enseña que para ser purificadas de sus faltas previo a ser aceptada en el Cielo, las almas después de muertas son sujetas a un fuego más penetrante y más terrible que nadie pueda ver, sentir o concebir en esta vida. 

Aunque este fuego está destinado a limpiar y purificar al alma, dice el Santo Doctor, aún es más agudo que cualquier cosa que podamos resistir en la Tierra. 

San Cirilo de Alejandría no duda en decir que “sería preferible sufrir todos los posibles tormentos en la Tierra hasta el día final que pasar un solo día en el Purgatorio”. 

Otro gran Santo dice: “Nuestro fuego, en comparación con el fuego del Purgatorio, es una brisa fresca”. 

Otros santos hablan en idénticos términos de ese horrible fuego.

 ¿PORQUÉ LAS PENAS DEL PURGATORIO SON TAN SEVERAS?

El fuego que vemos en la Tierra fue hecho por la bondad de Dios para nuestra comodidad y nuestro bienestar. 

A veces es usado como tormento, y es lo más terrible que podemos imaginar. 

El fuego del Purgatorio, por el contrario, está hecho por la Justicia de Dios para penar y purificarnos y es, por consiguiente, incomparablemente más severo.

Nuestro fuego, como máximo, arde hasta consumir nuestro cuerpo hecho de materia. 

Por el contrario el fuego del Purgatorio actúa sobre el alma espiritual, la cual es inexplicablemente más sensible a la pena.

Cuanto más intenso es el fuego, más rápidamente destruye a su víctima, la cual por consiguiente cesa de sufrir. 

Por cuanto el fuego del Purgatorio inflige el más agudo y la más violenta pena, pero nunca mata al alma ni le quita sensibilidad.

Tan severo como el fuego del Purgatorio, es la pena de la separación de Dios, en el cual el alma también sufre en el Purgatorio, y esta es la pena más severa.

El alma separada del cuerpo anhela con toda la intensidad de su naturaleza espiritual estar con Dios. 

Es consumida de intenso deseo de volar hacia Él y no hay palabras para describir la angustia de esa aspiración insatisfecha.

Qué locura, entonces, es para un ser inteligente como el ser humano negar cualquier precaución para evitar tal espantoso hecho. 

Es infantil decir que no puede ser así, que no lo podemos entender, que es mejor no pensar o no hablar de ello. 

El hecho es que, ya sea lo creamos o no, todas las penas del Purgatorio están más allá de lo que podamos imaginar o concebir. Estas son las palabras de San Agustín.

 

angel rescatando almas del purgatorio
 
¿PUEDE TODO ESTO SER VERDAD?

La existencia del Purgatorio es tan cierta que ningún católico ha tenido nunca una duda acerca de ello. 

Fue enseñado desde los tiempos más remotos por la Iglesia y fue aceptada con indubitable fe cuando la Palabra de Dios fue predicada.

La doctrina es revelada en la Sagrada Escritura y creída por millones y millones de creyentes de todos los tiempos. 

Aún, tal como lo hemos remarcado, las ideas de algunos son tan vagas y superficiales en este tema tan importante, que son como personas que cierran sus ojos y caminan deliberadamente en el filo de un precipicio. 

Harían bien en recordar que la mejor manera de acortar nuestra estadía en el Purgatorio – o aún más, evitarlo- es tener una clara idea de ello, y adoptar los remedios que Dios nos ofrece para evitarlo. 

No pensar en ello es fatal. Es cavarse a sí mismos la fosa, y prepararse para ellos mismos un terrorífico, largo y riguroso Purgatorio.

angel rescatando almas del purgatorio

 
EL PRÍNCIPE POLACO

Hubo un príncipe polaco, que por una razón política, fue exiliado de su país natal, y llegado a Francia, compró un hermoso castillo allí. 

Desafortunadamente, perdió la Fe de su infancia y estaba, a la sazón, ocupado en escribir un libro contra Dios y la existencia de la vida eterna.

Dando un paseo una noche en su jardín, él se encontró con una mujer que lloraba amargamente. Le preguntó el porqué de su desconsuelo. 

“¡Oh, príncipe, ella replicó, soy la esposa de John Marie, su mayordomo, el cual falleció hace dos días! 

Él fue un buen marido y un devoto sirviente de Su Alteza. 

Su enfermedad fue larga y gasté todos los ahorros en médicos, y ahora no tengo dinero para ir a ofrecer una Misa por su alma”. 

El príncipe, tocado por el desconsuelo de esta mujer, le dijo algunas palabras. 

Y aunque profesaba ya no creer más en la vida eterna, le dio algunas monedas de oro para ofrecer la Misa por ella y su difunto esposo. 

Un tiempo después, también de noche, el Príncipe estaba en su estudio trabajando febrilmente en su libro. 

Escuchó tocar a la puerta, y sin levantar la vista de sus escritos, invitó a quien fuese a entrar. 

La puerta se abrió y un hombre entró y se paró frente al escritorio de Su Majestad. 

Al levantar la vista, cuál no sería la sorpresa del Príncipe al ver a Jean Marie, su mayordomo muerto, que lo miraba con una dulce sonrisa. 

Príncipe, le dijo, 

“Vengo a agradecerle por las Misas que usted permitió que mi mujer pidiera por mi alma.

Gracias a la Salvadora Sangre de Cristo, ofrecida por mí, voy ahora al Cielo. 

Pero Dios me ha permitido venir aquí y agradecerle por sus generosas limosnas”. 

Luego el agregó solemnemente 

“Príncipe, hay un Dios, una vida futura, un Cielo y un Infierno”.

Dicho esto, desapareció. 

El Príncipe cayó de rodillas y recitó un ferviente Credo (“Creo en Dios Padre Todopoderoso…”)

 SAN ANTONINO Y SU AMIGO

San Antonino, el ilustre Arzobispo de Florencia, relata que un piadoso caballero había muerto, el cual tenía un amigo en un convento Dominicano en el cual el Santo residía. 

Varias Misas fueron sufragadas por su alma. 

El Santo se afligió mucho cuando, después de un prolongado lapso, el alma del fallecido se le apareció, sufriendo muchísimo.

“Oh mi querido amigo” exclamó el Arzobispo, “¿estás todavía en el Purgatorio, tú, que llevaste tal piadosa y devota vida?” 

“Así es, y tendré que permanecer aquí por un largo tiempo” replicó el pobre sufriente. 

“Pues en mi vida en la Tierra fui negligente en ofrecer sufragios por las almas de Purgatorio. 

Ahora, Dios por su justo juicio aplica los sufragios que debían ser aplicados por mí, en favor de aquellos por los cuales debí haber rezado”.

“Pero Dios, también, en su justicia, me dará todos los méritos de mis buenas obras cuando entre al Cielo; pero, primero de todo, tengo que expiar mi grave negligencia de no acordarme de los otros”.

 Tan ciertas son las palabras de Nuestro Señor 

“Con la vara con que mides serás medido”. 

Recuerda el terrible destino de ese piadoso caballero será el de aquellos que desechan orar y rehúsan ayudar a las Santas Almas.

¿CUÁNTO TIEMPO LAS ALMAS PERMANECEN EN EL PURGATORIO?

La extensión en tiempo por la cual las almas permanecen en el Purgatorio depende de:.

a) el número de sus faltas;

b) la malicia y la deliberación con que éstas fueron realizadas;

c) la penitencia hecha, o no, la satisfacción hecha, o no, por los pecados cometidos durante la vida;

d) y también depende de los sufragios ofrecidos por ellos después de sus muertes.

Lo que se puede decir con seguridad es que, el tiempo que las almas pasan en el Purgatorio es, por regla general, mucho más larga que la gente puede imaginar.

Algunas citas de libros que hablan de la vida y las revelaciones de los Santos. 

San Luis Bertrand: su padre era un ejemplar cristiano, como naturalmente se podía esperar, siendo el padre de tan gran Santo. 

En un tiempo deseó llegar a ser un Monje Cartujo, hasta que Dios le hizo ver que no era Su voluntad. 

Cuando murió, luego de largos años de practicar cada virtud cristiana, su hijo completamente al cuidado de los rigores de la justicia Divina, ofreció algunas Misas y elevó las más fervientes súplicas por el alma de la persona que él amó tanto. 

Una visión de su padre en el Purgatorio lo obligó a multiplicar centenares de veces sus sufragios. 

Agregó las más severas penas y largos ayunos a sus Misas y oraciones. 

Aún ocho años completos pasaron antes que obtuviera la liberación de su padre. 

San Malaquías tenía una hermana todavía en el Purgatorio. 

Esto hizo que redoblara sus esfuerzos, y asimismo, a pesar de las Misas, oraciones y heroicas mortificaciones ofrecidas por el Santo, ¡permaneció varios años retenida! 

También se cuenta de una santa monja en Pamplona que logró liberar varias Carmelitas del Purgatorio, las cuales permanecieron allí por el término de 30 a 40 años. 

Se imaginan si monjas Carmelitas estuvieron en el Purgatorio por 40, 50 o 60 años ¿Cuál será el destino de aquellos que viven inmersos en las tentaciones del Mundo, y con sus cientos de debilidades? 

San Vicente Ferrer, después de la muerte de su hermana, oró con increíble fervor por su alma y ofreció varias Misas por su liberación. 

Ella apareció al Santo al final de su Purgatorio, y le contó que si no fuera por su poderosa intercesión ante Dios, ella hubiera estado allí interminable tiempo. 

En la Orden Dominicana es regla general orar por los Superiores en el aniversario de sus muertes. ¡Algunos de estos han muerto varios siglos atrás! 

Ellos fueron hombres eminentes por su piedad y sabiduría. 

Esta regla no sería aprobada por la Iglesia si no fuera necesaria y prudente. 

No queremos significar con esto que todas las almas están retenidas por tiempos iguales en los fuegos expiatorios. 

Algunas han cometido faltas leves y han hecho penitencia en vida. Por lo tanto, su castigo será mucho menos severo. 

Si esas almas, quienes gozaron del trato, quienes vieron, siguieron, y tuvieron la intercesión de grandes santos, son retenidas largo tiempo en el Purgatorio, ¿qué será de nosotros que no gozamos de ninguno de esos privilegios?

 

pobre alma del purgatorio


¿POR QUÉ UNA EXPIACIÓN TAN PROLONGADA?

Las razones no son difíciles de entender. 

La malicia del pecado es muy grande. 

Lo que a nosotros nos parece una pequeña falta en realidad es una seria ofensa contra la infinita bondad de Dios. 

Es suficiente ver cómo los Santos se condolieron sobre sus faltas. 

Somos débiles, es nuestra tendencia. 

Es verdad, pero entonces Dios nos ofrece generosamente abundantes gracias para fortalecernos. 

Nos da la luz para ver la gravedad de nuestras faltas, y la fuerza necesaria para conquistar la tentación. 

Si todavía somos débiles, la falta es toda nuestra. 

No usamos la luz y la fortaleza que Dios nos ofrece generosamente; no rezamos, no recibimos los Sacramentos como debiéramos. 

Un eminente teólogo remarca que si las almas son condenadas al Infierno por toda la eternidad por el pecado mortal, no hay que asombrarse que otras almas debieran ser retenidas por largo tiempo en el Purgatorio porque han cometido deliberadamente incontables pecados veniales.

Algunos de los cuales son tan graves que al tiempo de cometerlos el pecador escasamente distingue si son mortales o veniales. 

También, ellos pueden haber cometido algunos pecados mortales por los cuales tuvieron poco arrepentimiento e hicieron poca o ninguna penitencia.

 La culpa ha sido remitida por la absolución, pero la pena debida por los pecados tendrá que ser pagada en el Purgatorio.

Nuestro Señor nos enseña que deberemos rendir cuentas por cada palabra que decimos y que no dejaremos la prisión hasta que no hayamos pagado hasta el último céntimo.(Mt 5:26).

Los Santos cometieron pocos y leves pecados, y todavía ellos sienten mucho y hacen severas penas. 

Nosotros cometemos muchos y gravísimos pecados, y nos arrepentimos poco y hacemos poca o ninguna penitencia.

 

objetos del purgatorio

Vitrina del Museo de Objetos del Purgatorio que han dejado almas que visitaron la Tierra. 

PECADOS VENIALES

Sería dificultoso calcular el inmenso número de pecados veniales que un católico comete. 

Hay un infinito número de faltas en el amor, egoísmo, pensamientos, palabras, actos de sensualidad, también en cientos de variantes.

Faltas de caridad en el pensamiento, palabra, obra, y omisión. 

Holgazanería, vanidad, celos, tibieza y otras innumerables faltas. 

Hay pecados por omisión que no pagamos.

Amamos tan poco a Dios, y Él clama cientos de veces por nuestro amor.

Lo tratamos fríamente, indiferentemente y hasta con ingratitud. 

Él murió por cada uno de nosotros. ¿Le hemos agradecido como se debe? 

Él permanece día y noche en el Santísimo Sacramento del Altar, esperando por nuestras visitas, ansioso de ayudarnos. 

¿Cuán a menudo vamos a Él? 

Él ansía venir a nosotros en la Santa Comunión, y lo rechazamos. 

Él se ofrece a Si Mismo por nosotros en el Altar de cada Misa y da océanos de gracias a aquellos que asisten al Santo Sacrificio. 

Nuestros corazones están llenos de amor a sí mismos, duros.

Tenemos hogares felices, espléndida comida, vestido, y abundancia de todas las cosas. 

Muchos de nuestros prójimos viven en el hambre y la miseria, y le damos tan poco, mientras que vivimos en el despilfarro y gastamos en nosotros mismos sin necesidad. 

La vida nos fue dada para servir a Dios, para salvar nuestras almas.

¡Muchos cristianos, sin embargo, están satisfechos de rezar cinco minutos a la mañana y cinco a la noche! 

El resto de las 24 horas están dedicados al trabajo, descanso y placer. 

Diez minutos a Dios, a nuestras almas inmortales, al gran trabajo de nuestra salvación.

 ¡Veintitrés horas y cincuenta minutos a esta transitoria vida! ¿Es justo para Dios?

 ¡Nuestros trabajos, nuestros descansos y sufrimientos deberían ser hechos para Dios! 

Así debería ser, y nuestros méritos serían por supuesto grandes. 

La verdad es que hoy día pocos piensan en Dios durante el día. 

El gran objetivo de sus pensamientos son ellos mismos. 

Ellos piensan y trabajan y descansan para satisfacerse a sí mismos. 

Dios ocupa un pequeñísimo espacio en sus días y sus mentes.

 

Esto es un desaire a Su Amantísimo Corazón, el cual siempre piensa en nosotros.

 LOS PECADOS MORTALES

Muchos cristianos cometen, desafortunadamente, pecados mortales durante sus vidas.

San Beda el venerable, opina que aquellos que pasan gran parte de su vida cometiendo graves pecados y confesándolos en su lecho de muerte, pueden llegar a ser retenidos en el Purgatorio hasta el Día Final.

Santa Gertrudis en sus revelaciones dice que aquellos que cometen muchos pecados graves y que no hayan hecho penitencia no gozan de ningún sufragio de la Iglesia por un considerable tiempo. 

Todos esos pecados, mortales o veniales, se acumulan por 20, 30, 40, 60 años de nuestras vidas. 

Todos y cada uno deberán ser expiados para después de la muerte. 

Entonces, ¿es de asombrarse que algunas almas tengan que estar en el Purgatorio por tanto tiempo? 

¿POR QUÉ Y PARA QUÉ REZAR POR LAS ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO?

El gran Mandamiento de Nuestro Señor Jesucristo es que nos amemos los unos a los otros. 

El Primer Gran Mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas. 

El Segundo, o mejor dicho el corolario del Primero, es amar al prójimo como a nosotros mismos. 

No es un consejo o un mero deseo del Todopoderoso. Es Su Gran Mandamiento, la base y esencia de Su Ley. 

Es tanta la verdad encerrada en esto que Él toma como donación todo aquello que hacemos por nuestro prójimo.

Y como un rechazo hacia Él cuando rechazamos a nuestro prójimo.

Leemos en el Evangelio de San Mateo ( Mt 25:34-46), las palabras de Cristo que dirigirá a cada uno en el Día del Juicio Final. 

Algunos católicos parecen pensar que su Ley ha caído en desuso, pues en estos días existe el egoísmo, el amor a sí mismo, y cada uno piensa en sí mismo y en su engrandecimiento personal. 

“Es inútil observar la Ley de Dios en estos días”, dicen, “cada uno debe mirar por sí mismo, o te hundes”. 

¡No hay tal cosa! La ley de Dios es grandiosa y por siempre tendrá fuerza de ley.

ESTAMOS MORALMENTE OBLIGADOS A ROGAR POR LAS ANIMAS BENDITAS

Siempre estamos obligados a amar y ayudar al otro. 

Pero cuanto mayor es la necesidad de nuestro prójimo, mayor y más estricta es nuestra obligación. 

No es un favor que podemos o no hacer, es nuestro deber; debemos ayudarnos unos a otros. 

Sería un monstruoso crimen, por caso, rehusar al poder y desposeído el alimento necesario para mantenerse vivo..

Sería espantoso rehusar la ayuda a alguien en una gran necesidad, pasar de largo y no extender la mano para salvar a un hombre que se está hundiendo.

No solamente debemos ayudar cuando es fácil y conveniente, sino que debemos hacer cualquier sacrificio para socorrer a nuestro hermano en dificultades. 

Ahora, ¿qué puede estar más urgido de caridad que las almas del Purgatorio?

¿Qué hambre o sed o sufrimiento en esta Tierra puede compararse con sus más terribles sufrimientos? 

Ni el pobre, ni el enfermo, ni el sufriente que vemos a nuestro alrededor necesitan de tal urgente socorro. 

¡Aún encontramos gente de buen corazón que se interesa en los sufrientes de esta vida, pero, escasamente encontramos a gente que trabaja por las Almas del Purgatorio! 

¿Y quién puede necesitarnos más? Entre ellos, además, pueden estar nuestras madres, nuestros padres, amigos y seres queridos. 

DIOS DESEA QUE LAS AYUDEMOS

Ellas son los amigos más queridos. El desea ayudarlos; Él desea mucho tenerlos cerca de Él en el Cielo. 

Ellas nunca más lo ofenderán, y están destinadas a estar con Él por toda la Eternidad. 

La Verdad, la Justicia de Dios demanda expiación por los pecados. 

Pero por una asombrosa dispensación de Su Providencia Él pone en nuestras manos la posibilidad de asistirlos.

Él nos da el poder de aliviarlas y aún de liberarlas. 

Nada le place más a Dios que les ayudemos. Él está tan agradecido como si le ayudáramos a Él.


NUESTRA SEÑORA QUIERE QUE LOS AYUDEMOS

Nunca, nunca una madre de esta tierra amó tan tiernamente a sus hijos fallecidos. 

Nunca nadie consuela como María busca consolar sus sufrientes niños en el Purgatorio, y tenerlos con Ella en el Cielo. 

Le daremos gran regocijo cada vez que llevamos fuera del Purgatorio a un alma.

¿CÓMO PODEMOS AYUDAR A LAS BENDITAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO?

La primera medida es unirse a la Asociación de las Santas Almas.

Las condiciones son simples. 

Tener tu nombre registrado en el Libro de la Asociación. 

Oír Misa una vez a la semana (basta con la Misa del domingo) por las Santas Almas.

Rezar y promover la devoción a las Ánimas Benditas. 

Contribuir una vez al año con un donativo a la Asociación, lo cual permite a la Asociación tener Misas perpetuas cada mes. 

La segunda medida para ayudar a las Animas Benditas, es pidiendo Misas ofrecidas por ellas.

Esta es ciertamente la más eficaz de las medidas para liberarlas. 

Aquellos que no puedan ofrecer Misas, deberían asistir a cuanta Misa fuera posible por su intención.

Un hombre joven que ganaba un salario muy modesto le contó al autor de este libro: 

“Mi esposa murió unos años antes. Tengo 10 misas ofrecidas por ella. No puedo hacer más por ella, pero oí 1000 misas por su querida alma”. 

La recitación del Santo Rosario (con sus grandes indulgencias) y hacer el Vía Crucis (el cual es ricamente dador de indulgencias), son excelentes vías de ayuda a las almas.

San Juan Macías, como vimos, liberó del Purgatorio más de un millón de almas, principalmente recitando el Santo Rosario y ofreciendo sus indulgencias por ellas. 

Otra fácil y eficaz forma de ayuda es la recitación constante de oraciones breves que contengan indulgencias (aplicando dichas indulgencias en favor de las almas del Purgatorio). 

Mucha gente tiene la costumbre de decir 500, ó 1000 veces cada día la pequeña jaculatoria “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”, o la sola palabra “Jesús”. 

Estas son las más consoladoras devociones; ellas traen océanos de gracias a quien las practican y dan inmenso alivio a las Santas Almas. 

Aquellos que digan las jaculatorias 500, o 1000 veces, ganan 300.000 días de indulgencias (ochocientos veintiún años de indulgencias) ¡Qué multitud de almas podemos liberar! 

¿Cuánto será la cantidad de almas liberadas al cabo de un mes, de un año, de cincuenta años? 

Y a los que no dicen las jaculatorias… ¡que inmenso número de gracias y favores habrán perdido! 

Es bastante posible -aunque no fácil- decir esas jaculatorias 1000 veces al día. Pero si no puedes decir 1000, por lo menos dilas 500, o 200 veces diarias. 

Otra poderosa oración es: 

“Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las Misas dichas en el mundo en este día, por las Almas del Purgatorio”.

Nuestro Señor mostró a Santa Gertrudis un vasto número de almas dejando el Purgatorio (¡cerca de 1000 cada vez que se la recitaba!). 

Y yendo al Cielo como resultado de esta oración, la cual la Santa acostumbraba decir frecuentemente durante el día. 

El acto heroico consiste en ofrecer a Dios en favor de las Almas del Purgatorio todos los trabajos de satisfacción que practicamos en nuestra vida y todos los sufragios que serán ofrecidos para nosotros después de nuestra muerte.

Si Dios premia tan abundantemente la más insignificante limosna dadas por un pobre hombre en Su nombre, ¿Qué inmensa recompensa Él no dará a aquellos que ofrecen sus trabajos de satisfacción en vida y muerte por las Almas que Él ama tanto? 

Este acto no evita que los sacerdotes ofrezcan Misas por las intenciones que ellos deseen, o que los laicos no recen por algunas personas u otras intenciones. Aconsejamos a todos realizar este acto.


 LAS LIMOSNAS AYUDAN A LAS SANTAS ALMAS

San Martin dio la mitad de su manto a un pobre mendigo, sólo para darse cuenta después que se lo había dado a Cristo. 

Nuestro Señor apareció al Santo y le agradeció. 

El Beato Jordan de la Orden Dominica, nunca podía rehusar dar limosnas cuando se lo pedían en el nombre de Dios. 

Un día él se había olvidado su monedero. Un pobre hombre imploraba una limosna por el amor de Dios.

En vez de descartarlo, Jordan, por entonces un estudiante, le dio su más preciado cinturón, el cual el apreciaba mucho. 

Poco tiempo después, el entró a una Iglesia y encontró su cinturón circundando la cintura de una imagen de Cristo Crucificado. 

Él también, había dado sus limosnas a Cristo. Todos damos limosnas a Cristo. 

En conclusión:

Dar todas las limosnas que podamos..

Pedir todas las Misas que estén en nuestro poder..

Escuchar todas las Misas, cuantas más, mejor..

Ofrecer todas nuestras penas y sufrimientos por la liberación de las Almas del Purgatorio.

Así liberaremos incontable cantidad de Almas del Purgatorio, las cuales nos pagarán 10000 veces más.

¡LEELO Y DESPIERTA!

“En mi larga vida”, escribe un sacerdote,” vi muchas manifestaciones de generosidad de los católicos por los pobres y necesitados, de acuerdo con lo que Nuestro Señor nos mandó hacer.” 

“También noté que algunos católicos son, por supuesto, muy generosos y buenos. 

Algunos se preocupan por los pobres, otros por los enfermos. 

Leprosos, pacientes de cáncer, deficientes mentales, todos tienen amigos. Algunos prefieren ayudar a los jóvenes, los corazones de otros prefieren a los ancianos”. 

“Lo más extraño de todas las cosas, es que nunca encontré ni un hombre, ni una mujer que se haya dedicado por completo, de todo corazón, a la más grande de las caridades, por los más necesitados, esto es, por las santas Almas del Purgatorio.

Debe haber algunos que lo hacen, pero en mi larga y variada experiencia, no encontré ninguno”. 

¡Y las palabras de este sacerdote son pura verdad! 

Apelamos a aquellos que todavía no se han dedicado a sí mismos a alguna forma particular de caridad, para que se dediquen con todas sus energías a las Animas Benditas. 

Hagan todo lo que puedan personalmente, e induzcan a otros a hacer lo mismo.