Ocho sacerdotes jesuitas que rezaban diariamente el rosario
salieron ilesos de la explosión de la bomba atómica, a pesar que vivían a menos de un kilómetro de su epicentro quedando todo destruido alrededor de la iglesia.
LA DESTRUCCIÓN DE HIROSHIMA
Hace 3 años murió Theodore "Dutch" Van Kirk en Georgia a la edad de 93 años, era el
último superviviente de la tripulación que voló el Enola Gay.
El B-29 tiró la bomba llamada
"Little Boy", de uranio en Hiroshima el 6 de agosto
de 1945.
Y tres días después lanzó una segunda bomba sobre Nagasaki,
poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial.
A las 2:45 horas del 6 de agosto de 1945, un bombardero B-29
despegó de la isla de Tinian para tirar la primera bomba atómica sobre Japón.
A las 8:15 AM la bomba explotó a ocho cuadras de la Iglesia
de los Jesuitas de Nuestra Señora de la Asunción de Hiroshima.
Explotó con un flash cegador, creando una bola de fuego gigante, que vaporizó prácticamente todo y a todos en un radio de aproximadamente una milla del punto de impacto.
Explotó con un flash cegador, creando una bola de fuego gigante, que vaporizó prácticamente todo y a todos en un radio de aproximadamente una milla del punto de impacto.
Medio millón de personas fueron aniquiladas en los
alrededores.
Los más conocidos han sido los Padres Lassalle, Kleinsorge,
Cieslik y Schiffer.
Tres de los sacerdotes jesuitas que sobrevivieron al impacto
atómico: Hugo Lasalle (izquierda), Hubert Schiffer (centro) y Wilhelm
Kleinsorge (derecha)
Los sacerdotes vivían a menos de un kilómetro del epicentro
del ataque en Hiroshima.
Y por millas en todas las direcciones, todos los edificios
fueron destruidos, completamente aplastados, y 140.000 personas murieron al
instante, a excepción de los ocho sacerdotes.
El Padre Schiffer y sus compañeros no sufrieron ninguna
lesión o heridas.
Todos vivieron más allá de ese día, sin experimentar la
enfermedad por radiación, a pesar de estar expuestos a altos niveles de
radiactividad.
Tampoco ninguno sufrió una pérdida de la audición por la
explosión o cualquier otro defecto o enfermedades visibles a largo
plazo.
El Padre Schiffer, de sólo 30 años cuando la bomba fue
lanzada sobre Hiroshima, contó su historia 31 años después, en el Congreso
Eucarístico de Filadelfia en 1976.
En ese momento, los ocho miembros de la comunidad jesuita
que habían vivido los bombardeos estaban todavía vivos.
Ante los fieles reunidos, él recordó celebrar la misa en la
mañana temprano, luego sentarse en la cocina de la rectoría para el desayuno.
Sus recuerdos eran vívidos: el acababa de corta rodajas en
un pomelo cuando hubo un destello de luz brillante.
Al hablar ante el Congreso Eucarístico, dijo que al
principio, él pensó que podría ser una explosión en el puerto cercano.
Luego el describió la experiencia:
"De repente, una terrible explosión llenó el aire con
un estallido como de trueno.
Una fuerza invisible me levantó de la silla, me arrojó por
el aire, me sacudió, me hizo girar dando vueltas y vueltas como una hoja en una
ráfaga de viento de otoño".
Más detalles ha reportado un sacerdote que una vez conoció
al Padre Schiffer en el Aeropuerto Tri-City en Saginaw Michigan.
El Padre Schiffer visitó el estado para dar una charla ante
el Ejército Azul, una organización de católicos piadosos que promueve las
apariciones de Fátima.
Lo siguiente que recordaba el Padre Schiffer es que abrió
los ojos y estaba tendido en el suelo.
Miró a su alrededor y no había nada en ninguna dirección.
La estación de ferrocarril y los edificios en todas las
direcciones fueron arrasados hasta los cimientos.
El único daño físico sobre sí mismo era que podía sentir
unos trozos de vidrio en la parte posterior de su cuello.
Por lo que supo, no había nada más físicamente mal consigo
mismo.
Muchos miles fueron muertos o mutilados por la explosión.
Después de la conquista de los estadounidenses, sus médicos
militares y científicos le explicaron que su cuerpo empezaría a deteriorarse a
causa de la radiación.
Muchos de los japoneses tenían ampollas y llagas por la
radiación.
Para sorpresa de los médicos, el cuerpo del P. Schiffer no
contenía ninguna radiación o efectos nocivos de la bomba.
El Padre Schiffer y los otros jesuitas fueron examinados por decenas de doctores unas 200 veces a lo largo de los años posteriores y no se halló en sus cuerpos rastro alguno de radiación.
No podían entender por qué se habían escapado de las
lesiones.
El Padre Schiffer habría dicho que él mismo había sido
entrevistado 200 veces.
POR QUÉ CREE QUE SOBREVIVIERON ILESOS
El P. Schiffer lo atribuye a la devoción a la Santísima
Virgen y al rezo diario del Rosario de Fátima.
Él siente que recibió un escudo de protección de la
Santísima Virgen, que lo resguardó de toda la radiación y los malos efectos.
Preguntado por qué creen que se salvaron, cuando tantos otros
murieron, ya sea por la explosión o de la radiación posterior, el Padre
Schiffer habló por él y sus compañeros:
"Creemos que sobrevivimos porque vivíamos el mensaje de
Fátima.
Vivíamos y rezábamos el rosario diariamente en esa
casa".
El Padre Schiffer cree que la Virgen les había protegido de
toda la radiación y la enfermedad debido a su devoción y porque estaban
viviendo el mensaje de Fátima.
"En esa casa", dijo, "el Santo Rosario los
recitábamos juntos todos días".
Murió el 27 de marzo 1982, treinta y siete años después de
aquel día memorable.
Los Hermanos también rezaban el Rosario todos los días y tampoco tuvieron efectos de la bomba.
El monasterio franciscano de Nagasaki, la capital japonesa
del catolicismo.
La catedral de Urakami, en Nagasaki, tras la bomba nuclear
El 9 de agosto de 1945, se arrojó otra bomba atómica, esta
vez en Nagasaki, la ciudad conocida como la capital japonesa del catolicismo,
ya que casi dos tercios de los católicos japoneses vivían allí. Nagasaki estaba
devastado. Sin embargo, el monasterio franciscano construido por San
Maximiliano Kolbe se mantuvo en pie.
El santo polaco, martirizado en el campo de concentración de
Auschwitz durante la misma guerra, había decidido construir el convento en un
lugar que muchos pensaban que estaba mal elegido porque no estaba cerca del
centro de la ciudad. A pesar de estas críticas, Massimiliano insistió en un
terreno ubicado detrás de una montaña.
Fue esa montaña, de hecho, la que protegió el convento
cuando la bomba atómica destruyó la ciudad, matando a casi 70,000 personas.
Los Hermanos también rezaban el Rosario todos los días y tampoco tuvieron efectos de la bomba.
PERO ¿A QUÉ SE REFIERE CON VIVIR EL MENSAJE DE FÁTIMA?
La esencia del mensaje de Fátima se refiere a la conversión
del pecado y a un retorno a Dios, e implica la reparación de los pecados
propios y los pecados de los demás, así como la ofrenda de sufrimientos y
pruebas diarias.
También se centra en la oración y la Eucaristía en Fátima, y
en particular en el rosario, así como en la devoción a los Cinco Primeros
Sábados, que implica la Confesión, la Sagrada Comunión, el rosario y la
meditación durante cinco meses consecutivos con la intención de reparar en
Nuestra Señora.
Por otra parte es interesante reflexionar sobre el tema de la
transfiguración que vincula estos diversos acontecimientos. El rostro de Cristo
brilló como el sol en el Monte Tabor, y en Fátima, Nuestra Señora trabajó el
gran milagro del sol para convencer a la enorme multitud que se había reunido
allí que el mensaje que ella le estaba dando a la humanidad era cierto.
Milagro del sol en Fatima
Considere también que los pobres de Hiroshima y Nagasaki
sufrieron por "soles" hechos por el hombre, explotando en medio de
ellos causando una horrible devastación.
Pero en Hiroshima, los ocho jesuitas que vivían el mensaje
de Fátima, y particularmente practicaban el rosario diariamente, estaban de
alguna manera transfigurados, protegidos por el poder divino de Dios, de los
terribles efectos de la bomba.
Seguramente hay un mensaje aquí para todos nosotros: Vivir
el mensaje de Fátima, en un mundo cada vez más peligroso, y que sigue amenazado
por la guerra nuclear, es una necesidad tan profunda para nosotros como para el
Padre Schiffer y sus compañeros.
CONCLUSIÓN
No hay leyes físicas para explicar por qué los jesuitas no
fueron tocados por la onda de choque de la bomba en Hiroshima.
No hay otro dato real o prueba por la que una estructura
como esa Iglesia no fuera totalmente destruida a diferencia de los edificios que estaban a una distancia 3 veces más distantes que fueron totalmente destruidos.
Todos los que se encontraban en este rango del epicentro,
recibieron la suficiente radiación que los llevó a la muerte en minutos, pero sucedió otra cosa con los sacerdotes.
No se conoce ninguna forma de diseñar una bomba atómica de
uranio-235, que pudiera dejar una gran área intacta mientras destruye todo a su
alrededor.
Desde un punto de vista científico, lo que pasó con los
jesuitas en Hiroshima aún desafía toda lógica humana de las leyes de la física
tal como se entienden hoy en día.
Debe concluirse que estuvo presente alguna otra fuerza (externa)
con el poder y capacidad de transformar la energía y la
materia, y su relación con el ser humano, que está más allá de la comprensión
actual.
O un enorme campo de fuerza externa estaba presente, que
precisamente canceló los efectos del arma sobre la geometría totalmente
irregular de la casa residencial, incluyendo la protección de los ocupantes.
Es un argumento plausible para la existencia de un Creador
que dejó su tarjeta de presentación en Hiroshima.
Cuando Nuestra Señora se apareció a los videntes de Fátima
en 1917 dijo:
“Los pecados del mundo son muy grandes”.
Estábamos en medio de la Primera Guerra Mundial, y el pedido
de la Mater fue el rezo del santo Rosario todos los días.
Y profetizó que si los hombres no se convertían una segunda
guerra, más cruel, vendría.
Veinte años después, en las apariciones a cuatro niñas en
Heede, Alemania, Nuestra Madre, sosteniendo al bebé en un brazo, y un globo con
la Cruz en el otro, resumió el estado del mundo en 1937 cuando dijo:
“Recen el Rosario en reparación por los pecados del mundo”.
Eso fue justo antes del ascenso de Hitler y un período
increíblemente oscuro.
Durante el cual no sólo millones de judíos murieron.
Y cuyo final fue la bomba atómica en Japón.
Y también fue justo antes de la gran señal que predijo en
Fátima, el signo que anunciaría una guerra mayor, un castigo más grande (para
usar las palabras exactas de Fátima).
Como vemos, alrededor de los tiempos de guerra Nuestra
Señora insistió en el rezo del Santo Rosario.
Fuentes:
http://www.wjpbr.com/hiroshi.html
http://www.patheos.com/blogs/kathyschiffer
http://www.asktheatheists.com/questions/
http://www.christian-miracles.com/arosarymiracle
https://www.forosdelavirgen.org/